"In Memoriam"
Quinta Parte
1976 y 1977- Resto del país
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Atentado
Coronel
Rafael Raúl Reyes
Nació el 20 de marzo de 1926, en La Carlota provincia de Córdoba. El 15 de febrero de 1946 ingresó al Colegio Militar de Nación, de donde egresó el 14 de diciembre de 1948, como subteniente del arma de artillería. Su ascenso a coronel se produjo el 31 de diciembre de 1973.
Realizó cursos en la Escuela Superior de Guerra donde obtuvo el título de Oficial de Estado Mayor y en la Escuela Superior de Informaciones, de la que egresó como Oficial de Informaciones del Ejército.
Durante su carrera militar cumplió destinos en el 5to. Grupo de Artillería, Escuela de Artillería, Escuela Superior de Informaciones del Ejército, Secretaría de Guerra, Centro de Instrucción de Artillería, Servicio de Seguridad del Ejército Córdoba, Escuela Superior de Guerra, 4to. Grupo de Artillería Aerotransportado, Comando IV Brigada de Infantería Aerotransportada y Grupo de Artillería de Defensa Aérea 601.
Al ser asesinado se desempeñaba como jefe de este último, con asiento en la ciudad de Mar del Plata, provincia de Buenos Aires. Estaba casado con la señora Beatriz Emilia Jofre y tenía 4 hijas.
Se lo ascendió post mortem a general de brigada.
Fue asesinado el 11 de febrero de 1976, mientras se dirigía en automóvil al cuartel acompañado por los soldados Tempone y Gómez.
En una esquina, en pleno centro de la ciudad de Mar del Plata, fue encerrado por dos vehículos.
El chofer, uno de los soldados, intentó eludir el cerco, frenando y tratando de retroceder. Pero los delincuentes descendieron con rapidez y, armas en mano, dispararon sobre los ocupantes.Una mujer parada en la esquina, bajó a la calzada y se sumó a los atacantes con una pistola ametralladora. El coronel murió en el acto; los soldados resultaron heridos y el grupo de asesinos huyó.
La revista Estrella Roja, medio de difusión de la organización subversiva ERP, en su Nº 71, del 10 de marzo de 1976, expresó:
Justicia popular
Ejecución de un jefe contrarrevolucionario
El 11 de febrero pasado el comando Tito Martinelli de las Brigadas Rojas, procedió a ejecutar al Jefe de la Guarnición Militar de Mar del Plata.
Este oficial del ejército contrarrevolucionario se venía desempeñando desde diciembre de 1974 como jefe del Comando de la Agrupación de Artillería de Defensa Aérea 601 y como jefe del comando de represión antisubversiva, desde donde dirigió, en los últimos meses, numerosos operativos represivos contra el pueblo y la guerrilla.
El Ejército Revolucionario del Pueblo saluda esta exitosa y justa acción de enjuiciamiento de Brigadas Rojas con la cual se ha puesto fin a la vida de un miembro más de la oficialidad criminal de las FF. AA. contrarrevolucionarias.
Ninguna tregua al Ejército opresor.
La Prensa
Del 2 de febrero de 1976, difundió:
Atentado de una organización terrorista
Por los medios habituales se hizo llegar a diarios y emisoras locales, comunicaciones de una organización terrorista denominada Brigadas Rojas de Poder Obrero, en las que se dice que un comando Tito Martinelli fue el que dio muerte al coronel Reyes. En ellas se expresan, además, duros conceptos contra los miembros de las fuerzas armadas.
Un diario de Mar del Plata
en la misma fecha expresó:Víctima de un atentado terrorista cometido ayer a la mañana, falleció aquí el coronel Rafael Hugo Reyes, jefe del Grupo de Artillería de Defensa Aérea 601, con asiento en Camet.
El hecho ocurrió en la esquina de la avenida Juan Bautista Alberdi y Córdoba, a 150 mts., aproximadamente, del lugar de residencia del jefe militar, quien vivía en el vigésimo piso del edificio de Córdoba 1777.
Tal como lo hacía todos los días el coronel Reyes, salió ayer de su casa a las 06:00 hs. para dirigirse a la mencionada unidad militar. Iba en el asiento posterior de un Ford Falcon, en compañía del chofer y otro soldado conscripto, ubicados en el asiento delantero.
El automóvil tomó por la calle Córdoba y después de trasponer la avenida Luro, se detuvo por hallarse los semáforos en rojo, en la intersección con la calle Alberdi. En ese instante, dos vehículos, un Peugeot 404 verde y una camioneta Ford F-100, estacionados en doble fila y con los motores en marcha interceptaron al coche en que viajaba el jefe militar.
El soldado chofer intentó eludir la encerrona frenando bruscamente y dando marcha atrás, pero los ocupantes de aquellos dos vehículos descendieron rápidamente, armas en mano y rodean al automóvil militar disparando ráfagas de ametralladora contra el coronel Reyes, hiriéndolo de muerte. Los dos soldados que lo acompañaban resultaron heridos en el episodio.
Consumado el atentado, los terroristas, que serían seis, -entre ellos una mujer, todos jóvenes- emprendieron la huida en sus automóviles, tomando por la calle Córdoba y doblando luego de contramano por 9 de Julio hacia el norte, oportunidad en que chocaron con tres automóviles que se hallaban estacionados en ese lugar, no obstante lo cual pudieron seguir la marcha.
El jefe militar y los dos soldados fueron trasladados a clínicas de esta ciudad. Se comprobó entonces que el coronel Reyes había fallecido en el acto a consecuencia de más de 50 disparos de ametralladora. Los soldados, de apellidos Tempone y Gómez, quedaron internados, informándose más tarde que el estado de ambos no revestía gravedad.
El intendente municipal Luis Fabrizio, decretó duelo en todo el ámbito del partido de General Pueyrredón y a través de un documento califica el hecho como un cobarde atentado, trágico y repudiable, que enluta y conmueve a la ciudadanía y ofende incalificablemente a las instituciones marplatenses y al Ejército Argentino. Así se transcribe en el diario La Prensa del 12 de febrero de 1976.
En términos similares se expresó la Presidencia del Concejo Deliberante de este partido, luego de tener conocimiento del bárbaro asesinato del coronel Reyes.
Además, se dio a conocer un comunicado de la Regional Mar del Plata de la Confederación General del Trabajo (CGT), 62 Organizaciones Gremiales y Juventud Sindical Peronista, condenando al atentado terrorista y responsabilizando de él a la subversión apátrida.
También el bloque de diputados nacionales del partido Línea Popular dio a conocer una declaración, en la que expresa su más enérgica condenación a la delincuencia subversiva cuyo accionar criminal agrega una nueva víctima, la muerte del jefe de la Agrupación de Defensa Aérea 601, coronel Rafael R. Reyes, a la larga nómina de hombres de las Fuerzas Armadas que, con abnegación y sacrificio, combaten valerosamente para exterminarla.
Se agrega que el bloque reitera anteriores expresiones al manifestar que la lucha contra el extremismo en el campo militar Exige con urgencia que el poder civil restablezca el imperio del orden y el trabajo y ejecute una política que resuelva la honda crisis moral, económica, social y cultural que padece la República.
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Atentado
Coronel de Intendencia
José Esteban Dalla Fontana
Nació en la localidad de Calchaquí, departamento Vera, provincia de Santa Fe, el 5 de febrero de 1921. Ingresó a la Escuela de Servicios para Apoyo de Combate General Lemos, y egresó entre los primeros, lo que le permitió concursar para incorporarse al cuadro de oficiales en el Servicio de Intendencia.
Fueron sus destinos: el Batallón de Pontoneros de Santo Tomé, el Distrito Militar Paraná, el Segundo Cuerpo de Ejército y la Contaduría General de Intendencia. Estaba casado con la señora María Elena Ratti y tenía cinco hijos.
El coronel Dalla Fontana se hallaba de vacaciones en su residencia veraniega del paraje denominado El Vallecito, a 3 km. de la ciudad de La Falda, provincia de Córdoba.
Fue asesinado por un grupo extremista cuando, luego de efectuar algunas compras, retornaba a su hogar en su automóvil, que fue acribillado a balazos por los ocupantes de dos vehículos que lo aguardaban a unos 70 metros de su vivienda.
En la revista Estrella Roja, medio de difusión del ERP, número 72, del 14 de marzo de 1976, en su página 10, se transcriben las acciones ejecutadas en el mes de febrero. Entre ellas:
Córdoba El comando "Guillermo Barros" de las Brigadas Rojas, procedió a "ejecutar" al coronel del Ejército contrarrevolucionario Dalla Fontana.
La Nación,
Del 26 de febrero de 1976 expresa:
Córdoba El hecho
Cuando el coronel Dalla Fontana regresaba por un camino de tierra, a las 20:15 hs. de anteayer, cerca de su vivienda donde residía con su familia, se le acercó un Peugeot que con viraje por sorpresa le obstaculizó la marcha. Los ocupantes de otro automóvil (un Fiat 128, estacionado en el lugar), aprovecharon para abrir fuego contra el militar.
Los dos grupos rápidamente huyeron en distintas direcciones y por los canales habituales enviaron comunicados a los medios informativos locales, mediante los cuales se adjudican el atentado.
En un comunicado se formulan acusaciones políticas y se señala que la causa de la muerte del coronel Dalla Fontana fue por su condición de jefe máximo de la Guarnición Militar de la provincia de Santa Fe.
Poco después de registrado el hecho, llegó personal de la policía de La Falda, que verificó la existencia de numerosos impactos de bala en la carrocería del rodado. Los extremistas usaron ametralladoras y escopetas Itaka.
También se comprobó que su deceso se produjo casi instantáneamente, a raíz de las numerosas heridas recibidas.
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Atentado
Coronel
Abel Héctor Cavagnaro
Nació en la ciudad de Buenos Aires el 11 de diciembre de 1919. Ingresó al Colegio Militar de la Nación el 4 de marzo de 1940 y egresó el 28 de diciembre de 1943 con el grado de subteniente del arma de infantería.
Fueron sus destinos el Regimiento de Infantería de Montaña 6, Regimiento de Infantería 27, Batallón Motorizado Buenos Aires, Escuela de Mecánica del Ejército, Distrito Militar 56, Grupo de Columna de Abastecimiento Zapala y Colegio Militar de la Nación.
Promovido a coronel en 1966, cumplió funciones en la Escuela Superior de Guerra, y en el Comando en Jefe del Ejército, hasta 1970, cuando pasó a revistar en situación de retiro. Estaba casado con la señora Rita María Lucotti Albornoz y tenía un hijo.
Fue asesinado el 26 de abril de 1976 en oportunidad de ingresar a su domicilio.
En el Nº 76 de la revista Estrella Roja, de fecha 17 de mayo de 1976, bajo el título Crónica de la Guerra Revolucionaria, en la página 19, se relatan las acciones realizadas durante el mes de abril. Entre ellas:
Un comando procedió a "ajusticiar" a un miembro del ejército contrarrevolucionario, coronel de infantería A. Cavagnaro.
La Nación
Del 27 de abril de 1976, expresa:
Fue asesinado el coronel A. Cavagnaro
Anoche, el Comando General del Ejército, por intermedio de la División Prensa y Difusión, dio el siguiente comunicado: El Comando General del Ejército informa que hoy, 26 de abril, siendo las 16:15 horas, en la calle Méndez de Andés, entre Portugal y Acevedo, delincuentes subversivos dieron muerte al señor coronel de infantería (R) D. Abel Héctor Cavagnaro. El hecho se produjo cuando el señor coronel, acompañado de su esposa, se disponía ingresar en su domicilio. El coronel Cavagnaro cayó herido en presencia de su señora, siendo ultimado en el suelo por varios disparos.
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Atentado
Mayor
Osvaldo Elio Reyes
Nació el 5 de febrero de 1927 en la provincia de Santa Fe. Ingresó al Colegio Militar de la Nación el 12 de marzo de 1945, y egresó como subteniente del arma de ingenieros el 18 de diciembre de 1947.
Obtuvo el título de Oficial de Estado Mayor en la Escuela Superior de Guerra.
Se retiró el 17 de junio de 1963.
Fueron sus destinos el Regimiento de Zapadores 5, Escuela de Ingenieros, Batallón de Zapadores Blindado 1, Destacamento de Zapadores 3, EMGE y Comando del III Cuerpo de Ejército. Estaba casado con la señora Luisa Angélica Taddía y tenía tres hijos.
Fue asesinado el 9 de mayo de 1976, aproximadamente a las 10:30 horas, por delincuentes subversivos, frente a su domicilio de Antártida Argentina 4171, de la localidad de Ezpeleta, provincia de Buenos Aires.
La revista Estrella Roja, en su Nº 77, de fecha 31 de mayo de 1976 relata, en la página 19, las acciones realizadas durante el mes de abril. Entre ellas:
Ezpeleta. Un comando procedió a ajusticiar al mayor (RE) Osvaldo Reyes, miembro de las FF. AA., contrarrevolucionarias.
La Prensa
Del 10 de mayo de 1976, informa:
Asesinaron a un mayor retirado del Ejército
El Comando General del Ejército informa que hoy 9 de mayo, siendo aproximadamente las 10:30 horas, delincuentes subversivos atacaron y mataron al mayor (RE) Osvaldo Elio Reyes.
Los restos del mayor Reyes fueron conducidos ayer al anochecer al Batallón de Arsenales 601 "Domingo Viejobueno" donde se levantó la capilla ardiente. Posteriormente, concurrieron a presentar sus condolencias a los parientes del extinto, comisiones del personal superior y subalterno de las Fuerzas Armadas, de Seguridad y Policiales.
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Enfrentamiento en Campo de Mayo
Soldado
Miguel Ángel Cucurullo
Fue asesinado el 28 de mayo de 1976, en un enfrentamiento con subversivos en Campo de Mayo, mientras cumplía con el servicio militar obligatorio
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Atentado
Coronel
Juan Carlos Mendieta
Nació en la provincia de La Pampa el 17 de noviembre de 1926. Ingresó al Colegio Militar de la Nación el 2 de agosto de 1943, egresó el 17 de diciembre de 1946 como subteniente del arma de caballería. Cursó la Escuela Superior de Guerra recibiendo el título del Oficial de Estado Mayor.
Se retiró el 2 de julio de 1971.
Fue ascendido post mortem a general de brigada.
Siendo aproximadamente las 07:00 horas del 15 de junio de 1976, en proximidades del Parque Centenario de la ciudad de Buenos Aires, el coronel Mendieta fue asesinado por elementos subversivos pertenecientes al autodenominado ERP.
El ERP emitió un Parte de Guerra, que fue distribuido en la vía pública:
"Ajusticiamiento" de un
coronel contrarrevolucionario
15 de junio de 1976
En el día de la fecha, un comando de la unidad Sosa Leiva Orlando, perteneciente al Batallón José de San Martín, intentó detener al coronel (RE) del ejército contrarrevolucionario Juan Carlos Mendieta. En momentos que se procedía a verificar si estaba armado el oficial enemigo,
absurdamente, intentó resistirse con un arma, obligando a nuestros combatientes a abrir fuego con lo que fue muerto en el acto.La Nación
Del 16 de junio de 1976, expresa:
Delincuentes subversivos
asesinaron a un coronel
En las proximidades del Parque Centenario delincuentes subversivos asesinaron ayer al coronel Juan Carlos Mendieta.
Con frecuencia, el oficial superior asesinado ayer, asociaba en sus conversaciones el lugar de su nacimiento: Unanué, en la provincia de La Pampa, como queriendo rubricar el arma que había elegido en su profesión, la caballería, a la que se vinculó desde su paso por el Colegio Militar hasta su retiro en 1971, antes de su convocatoria para prestar servicios en el Comando de Intendencia, donde se desempeñaba actualmente.
El coronel Juan Carlos Mendieta, de 49 años, cumplió funciones en unidades de caballería, en institutos de esa arma, en la Escuela Superior de Guerra, en el Comando del II Cuerpo, así como en la entonces Secretaría de Guerra y en la Presidencia de la República.
La capilla ardiente se instaló en el Regimiento de Granaderos a Caballo "General San Martín".
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Atentado
General de Brigada
Cesario Ángel Cardozo
Nació en Hurlingham, provincia de Buenos Aires, el 27 de febrero de 1926. Ingresó al Colegio Militar de la Nación el 25 de febrero de 1944, y egresó como subteniente del arma de infantería el 22 de agosto de 1947; pasó a revistar en el Regimiento 11 de Infantería. Posteriormente, continuó su carrera en los siguientes destinos: Escuela de Infantería, Colegio Militar de la Nación y Regimiento 7 de Infantería.
Cursó la Escuela Superior de Guerra, donde obtuvo el título de Oficial de Estado Mayor. Fue destinado al Comando de la 2da. División de Infantería y luego al Estado Mayor General del Ejército. En 1959 ascendió a mayor y pasó a revistar en el Regimiento 6 de Infantería, como oficial de operaciones. El 12 de febrero de 1963 es destinado al Comando en Jefe del Ejército. En 1964 ascendió a teniente coronel, desempeñándose en la Subsecretaría de la Secretaría de Guerra; luego en la Secretaría General del Comando en Jefe del Ejército. El 8 de diciembre de 1967 fue nombrado jefe del Regimiento 11 de Infantería de Montaña. En el año 1969 retorna al Estado Mayor General del Ejército. En 1970 ascendió al grado de coronel, realizó el Curso Superior de Estrategia y se lo destina al Estado Mayor General del Ejército. En 1974 fue designado subdirector de la Escuela Superior de Guerra y luego director de enseñanza del cuerpo de comando del Comando de Institutos Militares. Se desempeñó como agregado militar en Chile.
El 31 de diciembre de 1975 ascendió a general de brigada y fue nombrado comandante de la VIIma. Brigada de Infantería. El 6 de febrero de 1976 es nombrado director de la Escuela Superior de Guerra.
A partir del 24 de marzo fue delegado de la Junta Militar en el Ministerio del Interior y el 31 de marzo se lo designó jefe de la Policía Federal. El general Cardozo estaba casado con la señora Susana Beatriz Rivas Espora y era padre de tres hijos.
Fue ascendido post mortem a general de división.
El general Cesario Cardozo murió el 18 de junio de 1976, por efectos de la explosión de una bomba de 700 gramos de trotyl, colocada bajo el colchón de su cama por Ana María González, de 18 años de edad, compañera de estudios y amiga de una hija del extinto, la que en la tarde del día anterior concurrió a la casa con el pretexto de estudiar, como solía hacerlo habitualmente.
El explosivo fue detonado mediante un mecanismo de relojería.
Como consecuencia de la onda expansiva, también sufrió heridas su esposa, Susana Beatriz Rivas y su hija María Mercedes.
La revista española Cambio 16 difundió un reportaje, que el periodista Cerecede le hizo a Ana María González y a su jefe Horacio Mendizábal, pertenecientes a la organización Montoneros, donde se narraban todos los detalles del atentado perpetrado contra el general Cardozo. En esa entrevista llamada conferencia de prensa, estuvo presente el citado Mendizábal, secretario militar de Montoneros.
La revista Evita Montonera de octubre de 1976 reprodujo lo esencial de ese artículo. Mendizábal dijo:
La explosión contenía 700 gramos de trotyl y estaba dentro de un paquete del tamaño de una caja de colonia La compañera es soldado de la organización refleja la moral de nuestra tropa. Después de haber sido detenida quince días antes de la operación, sigue yendo a la casa del jefe de policía (Grl. Cardozo).
Esto demuestra algo más que sangre fría; demuestra un convencimiento ideológico muy sólido. Esto apunta a demostrar que en una guerra popular el enemigo no tiene posibilidad de retaguardia.Transcripción del libro Guerra Revolucionaria en la Argentina 1959-1978, del Grl. Div. Ramón G. Díaz Bessone.
Entre las numerosas publicaciones que informaron sobre el atentado, se transcriben las siguientes:
Fue esclarecido el asesinato del jefe de policía general Cardozo.
Causó un sentimiento general de estupefacción y condena el asesinato del jefe de la Policía Federal, general de brigada Cesario Ángel Cardozo, como consecuencia de un atentado terrorista, en su domicilio de la calle Zabala 1762, entre la avenida Luis María Campos y Villanueva.
Como es sabido, a causa del atentado, resultó herida de cierta consideración su esposa Susana Beatriz Rivas, quien fue atendida en el Hospital Militar.
Los restos del general Cardozo, después de practicada la autopsia, fueron llevados al Salón Dorado del Departamento de Policía, donde quedó instalada la capilla ardiente. Sus restos serán inhumados en el panteón militar de la Chacarita, oportunidad en que serán rendidos los honores correspondientes por fuerzas militares y policiales.
Según los detalles del suceso, recogidos por nuestro cronista, los esposos Cardozo, tienen tres hijos, un varón y dos mujeres, María Graciela, de 18 años de edad y María Marcela de 12. La primera cursa estudios en el instituto de Lenguas Vivas, establecimiento en el que conoció a una compañera de su misma edad, cuyo nombre no fue dado en el primer momento y que a la postre resultó ser la autora del atentado criminal y se halla prófuga.
Esa adolescente tenía libre acceso al departamento segundo del edificio de la calle Zabala 1762, ocupado por la familia Cardozo.
La muchacha, según trascendió, en horas de la tarde del jueves último colocó un artefacto explosivo, confeccionado en forma de fuelle en la cama de los esposos Cardozo, aprovechando, para cumplir esa acción, un momento de distracción de las hijas del militar. Cabe destacar que la comunicación oficial consigna que el explosivo fue detonado por un mecanismo de relojería.
Cuando el oficial superior se disponía a entregarse al reposo, y hallándose cerca de él su esposa, se apoyó en el lecho haciendo accionar el poderoso explosivo que causó heridas mortales al general Cardozo, y de menor consideración a su cónyuge, mientras que una de las hijas sufrió los efectos de la onda expansiva, aunque afortunadamente, sólo padeció una conmoción leve.
La autora del atentado no estaba presente en el momento de ocurrir la explosión, por cuanto había abandonado el departamento en las primeras horas de la noche de ese día y no pudo ser localizada aún.
La onda expansiva provocó daños de mucha consideración en el departamento, observándose la destrucción de moblaje y la caída de trozos de mampostería y de los tabiques interiores.
Entre los moradores del edificio cundió la alarma y poco después fue conocido el saldo del atentado.
Los primeros pasos de las autoridades policiales fueron encaminados a averiguar por qué medio los delincuentes subversivos habían logrado colocar en su departamento el artefacto explosivo.
Las referencias obtenidas permitieron establecer que una amiga de la hija mayor del matrimonio Cardozo, había permanecido durante la tarde del jueves último en el departamento de la calle Zabala 1762.
Inmediatamente, las autoridades ordenaron el allanamiento del domicilio de la principal sospechosa, no hallándose a nadie en el lugar. Ni siquiera a sus parientes más cercanos, por lo que se acrecentó la certeza de que la joven estaba implicada en el hecho.
Había estado detenida la joven que colocó la bomba. Se supo anoche que la menor autora del atentado que causó la muerte del general Cesario Cardozo, Ana María González, argentina de 18 años de edad, se domiciliaba en Brasil 1792, en San Isidro, provincia de Buenos Aires. Es hija de Abel Roberto González y Ana María Corbiján.
La nombrada tiene un hermano de 21 años de edad. Después de cometer el atentado, los padres y los dos hijos abandonaron su domicilio precipitadamente y hasta el momento están prófugos.
Las cuatro personas tenían antecedentes por pertenecer a la organización terrorista que secuestró y asesinó al teniente general Pedro E. Aramburu. La autora del atentado había estado detenida recientemente y recuperó la libertad hace poco tiempo.
La bomba que causó la muerte del general Cardozo contenía aproximadamente 700 gramos de trotyl, y según los técnicos eran similares a las utilizadas en los atentados contra los anteriores jefes de la institución, comisarios generales Alberto Villar y Luis Margaride.
La prensa escrita ha señalado que: Organismos del Estado y provinciales, instituciones privadas y distintas entidades hicieron llegar a la Policía Federal y a parientes de la víctima, su pesar y condolencias por el trágico suceso, condenando, al mismo tiempo, la acción terrorista desatada en nuestro país.
La Nación
En su editorial del 19 de junio de 1976, expresa:
Crimen y traición
No es la primera vez que el jefe de la Policía Federal es asesinado. Un ácrata lo mató al coronel Ramón Falcón, en 1909, y la explosión habida en el yate en el cual iniciaban un paseo puso fin, en 1974, a las vidas del comisario general Alberto Villar y de su esposa. La forma en que se produjo este último atentado nunca estuvo debidamente aclarada para la opinión pública. Sigue siendo, en efecto, un motivo de misterio saber cómo la subversión pudo ese día conocer de antemano los movimientos del entonces jefe de la Policía Federal y cómo pudo actuar, en consecuencia, a fin de eliminarlo.
Pero en el asesinato del general Cesario Cardozo, hecho en el que recibieron heridas su esposa y una de sus hijas, la investigación se ha orientado, desde un primer momento, detrás del móvil de la traición. Es ésta una palabra tremenda, que bajo cualquier circunstancia resume la mayor descalificación posible de que pueda ser moralmente objeto una persona. La traición convierte en alguien despreciable al autor del más leve de los delitos, y cuando la traición es vehículo del crimen, ya nadie duda que se ha descendido al más ruin de los comportamientos humanos. Todo indica que el general Cardozo ha sido asesinado por una joven estudiante que ingresó en su hogar por la confianza que se le había dispensado. Frente al crimen había, pues, que anteponer esta vez la aberración de la infidelidad como expresión de los efectos, de una anestesia moral por la cual los ideólogos de la subversión han dejado inertes los resortes más primarios del hombre. La traición no está condenada sólo por las leyes morales de esta época; lo estuvo en todas las épocas, y quienes la cometieron fueron sometidos a las penas más infamantes, porque siempre se entendió que la traición violaba principios apriorísticos, naturales, cuyo valor el ser humano intuye sin que nadie haya alcanzado a explicárselos. Es de la condición humana conocer el significado de la traición e independiente de un mayor o menor grado de ilustración.
Seguramente el asesinato del general Cardozo no levante ninguna voz de condena en los foros internacionales o en los ámbitos políticos de ciertos países donde, deliberadamente o no, se prepara el caldo propicio para esta locura colectiva de la subversión y el terrorismo. Pero es de confiar, sin embargo, que muchas conciencias indiferentes a estas manifestaciones de violencia como fenómeno global, se sienten por fin tumbadas por la acción monstruosa que mató a un hombre y destrozó a una familia en su propio hogar.
No hay ninguna hazaña militar, para emplear una expresión con la cual querría regodearse la subversión, en esta felonía. Tiempo atrás, el soldado que debía una mínima consideración de lealtad al jefe que lo había puesto al lado suyo, en atención al pedido de su padre, entonces gobernador de la provincia, trató de realizar un asesinato de igual carácter. Es éste el tipo de crimen más horrendo, pero, ¿por qué no?, también, el más fácil de llevar a cabo porque se funda en el quebranto de la lealtad.
Episodios como el de ayer, pues, pueden volver a repetirse. Mas son episodios de los que emana una sangre que unifica a la Nación. Costo muy alto, sin duda, pero la evidencia de la infamia ayudará a aislar, aún más, a estas sectas subversivas del resto de la población. Es lo menos que puede esperarse en un país cuya opinión ha dado muestras de deseo ferviente porque se erradique, cuanto antes, el terrorismo, en cualquiera de sus formas o en cualquiera de sus ostentaciones ideológicas de signo trágico.
El diario La Opinión, en su edición del 20 de junio de 1976, transcribe la nota editorial del matutino The Buenos Aires Herald que bajo el título El crimen más detestable, reflexiona en el sentido que la subversión, debilitada pero dueña aún de la acción sicológica, redobla sus crímenes con el objetivo de enturbiar la misión en el exterior del ministro de Economía, doctor José Alfredo Martínez de Hoz, con el fin de que la Argentina no logre ayuda económica para resolver su difícil posición en la balanza de pagos.
El matutino de habla inglesa concluye afirmando que:
No debe permitirse que el terrorismo pueda triunfar en esto. Por eso debemos evitar el caer en su trampa actuando de manera exagerada y sin pensar. Los fines que persigue la subversión no son solamente aterrorizar, sino también suscitar la represión indiscriminada, con el objeto, según las esperanzas de los terroristas, de debilitar el apoyo que la población confiere a las fuerzas armadas. Debe tenerse en cuenta que, para los terroristas, lo peor es lo mejor. Cuanto más violencia haya, más los favorece el clima. En términos de poderío militar efectivo, los guerrilleros están débiles. Su mayor arma es psicológica. De manera que no debemos dejarnos engañar y pensar que porque los marxistas subversivos quebraron la seguridad del jefe de la Policía Federal, son fuertes. Utilizaron una amiga falsa. Fue el crimen más detestable pero fácil y sin riesgos para aquellos que colocaron la bomba en manos de esa joven chica. Por consiguiente, no debemos sobreestimar ni desestimar al enemigo común. Debemos tratar que nuestra ira no nuble nuestra inteligencia, haciendo que nuestra respuesta sea templada como el acero; enérgica, pero flexible. Pero recordemos que todos estamos involucrados en esta lucha. Nuestra fuerza es nuestra decencia. Su debilidad es su vileza. Nuestra defensa, basada en los altos valores y las más nobles tradiciones de nuestra sociedad, puede ser inexpugnable. Pero como nos advirtió anoche el general Harguindeguy, en particular a los padres, debemos estar constantemente en guardia.
La Opinión
En su edición del 20 de junio de 1976
Reacciona a través de su editorial, por una nota enviada por líderes socialistas europeos. Firman la nota periodística Jacobo Timerman y Ramiro de Casasbellas, Se transcriben algunos párrafos de interés.
Respuestas a siete líderes
socialistas europeos
Cuando la violencia subversiva es cómplice de la destrucción de una sociedad pluralista. Siete líderes socialistas europeos, tres de los cuales son jefes de Gobierno, publicaron ayer en Le Monde de París un "Llamado a la Junta Militar Argentina", solicitándole la urgente adopción de una serie de medidas en el campo de los derechos humanos. Nuestro deseo es contribuir al restablecimiento de la Ley y de la democracia en la Argentina para evitar una lucha fratricida que comprometería el futuro de un pueblo industrioso y una nación próspera.
Firman el documento los primeros ministros Olaf Palmer de Suecia; Anker Jorgensen, de Dinamarca; y Bruno Kreisky, de Austria; además de Mario Soares, jefe del Partido Socialista Portugués; Francesco de Martino, titular del Partido Socialista Italiano; Francois Mitterrand, jefe del Partido Socialista Francés, y Ron Hayd Ward, del Partido Laborista Británico.
Se trata de hombres públicos relevantes fogueados en la lucha contra los totalitarismos de derecha pero también contra los de izquierda, amplia corriente a la que pertenecen. Defensores de una democracia abierta a la mayor participación ciudadana, hasta directa, en muchos casos, del pluralismo ideológico, de las libertades civiles, son enemigos acérrimos de quienes, políticos, partidos, regímenes, empezando por los de izquierda, disfrazan la dictadura, el terror, la opresión y el desequilibrio social de sistemas populares y justicieros.
Así, su combate en el vasto reino de la izquierda, ha sido fundamentalmente un combate contra los partidos comunistas de sus países y aquellos Gobiernos del signo que ejercen el poder en otras naciones, después que muchos de ellos, aún con las armas en la mano, bajo la bandera legal o dentro de la resistencia, ayudaron a aplastar la vesania Nazi.
Es una actitud que Jean Francois Revel comprendía en su último ensayo "La Tentación Totalitaria", señalando que el máximo adversario del socialismo es el comunismo y los Estados Nacionales. Dentro de sus posibilidades, estos hombres alcanzaron una victoria cuantiosa; de un modo u de otro, los partidos comunistas de la Europa Occidental depusieron su autoritarismo, aun malquistándose con la URSS y los regímenes hermanos.
Mitterrand aspiró en 1974 a la presidencia de Francia, aliado con el PC; el Partido Socialista Italiano mantiene con los comunistas una solidaridad como no se había visto desde principios de la década del 20. De igual manera Soares no ceja en su campaña contra el PC de Alvaro Cunhal, todavía atrincherado en los antiguos esquemas.
Pero si la lucha de estos hombres y sus seguidores por imponer ideas de libertad y democracia, de justicia social y creación cultural, los llevó a denunciar las persecuciones cometidas en la URSS, en China, en Cuba, en Argelia, en Checoslovaquia y la complicidad de tantos socialistas admirados de ella, también los condujo a la censura inexorable de la ultraizquierda vocinglera, violenta, sanguinaria. No sólo se pronunciaron contra el régimen de Gustav Husak; también contra la banda de Baader Meinhof. No sólo criticaron a Wladislaw Gomulka; hicieron lo mismo con el "Ejército Rojo", nipón.
Son, en síntesis, personalidades respetables, valiosas, dignas de la mayor atención. Dignas, en fin, de advertirles que el documento publicado en Le Monde, de ayer, es sumamente unilateral. Porque circunscribe la defensa de los derechos humanos a un sector de la sociedad argentina, despreciando a su conjunto. Porque el restablecimiento de la paz y la democracia en la Argentina sólo procederá cuando se extirpe del país a la subversión, pues la subversión es la que ya comprometió el futuro de un pueblo industrioso y una nación próspera.
Se preocupan estos líderes a que las Fuerzas Armadas hayan ocupado el poder antes de las elecciones generales establecidas por la ley, y ven en ese acto un ataque a la democracia. Pero olvidan que la democracia estaba aniquilada en la Argentina ya antes del 24 de marzo y aniquilada por el fascismo populista, esto es, el grupo de gobernantes que se adueñara de un tiempo electoral y las bandas subversivas de izquierda o que esgrimían con lemas de izquierda con apenas leer o releer la prensa de la izquierda argentina sensata, legal; habrían descubierto la enorme contradicción en que se basa su documento.
En la Argentina de hoy se libra una guerra, de la cual depende la supervivencia de la Nación; no es una guerra colonialista, como la de Indochina o la de Argelia, que Francia empeñara en las décadas del 40 y 50 y contra las que Mitterrand se expidió tantas veces. Es una verdadera guerra de liberación, que a de Martino debe hacerle evocar la resistencia de los italianos democráticos contra el fascismo y el nazismo, hace 30 años, y a Soares el seguro freno puesto por las autoridades militares de Portugal a los desbordes de la ultraizquierda y el PC, tras la revolución de 1974.
Paralelamente con esta guerra, en la que acompaña a las Fuerzas Armadas todo el pueblo argentino, avanza otra contienda no menos enjundiosa y necesaria: se trata de asentar la paz que surja de la victoria, reorganizando el Estado demolido por la corrupción, la venalidad, la democracia entendida como el totalitarismo sacramentado por las urnas y conjugando a la sociedad en la busca de un sistema de gobierno eficaz, pluralista, donde la soberanía popular no sea una frase para pintar en los cartelones o cincelar en las placas de bronce.
Todos estos hombres, hijos de la Segunda Guerra Mundial, no deben sino mirar hacia las experiencias de sus países para entender lo que sucede en la Argentina. Pero, si ello fuera poco, tienen a su disposición los medios más concretos para enterarse y deducir.
En el caso de Palme, Jorgensen y Kreisley, el simple hecho de encabezar gobiernos les obliga a colocarse por encima de las veleidades políticas y la democracia que suele flotar en estas ocasiones.
En cuanto a Mitterrand, de Martino, Soares y Hayward, que a menudo viajan por Europa para conocer in situ los problemas de sus vecinos, acaso, valdría la pena que hubiesen visitado la Argentina, antes de proferir opiniones tan rotundas.
En última instancia queda la tentación de preguntarse si estos siete hombres públicos respetables, valiosos y dignos de la mayor atención, sabían lo que están firmando, o si, apenas, se limitaron a autorizar la inclusión de sus nombres al pie de un documento redactado, por asesores apresurados e ignorantes. La tentación existe porque, desde la Argentina, es fácil ver que los tres jefes de Gobierno y los cuatro líderes socialistas no debieron dirigirse a la Junta Militar sino a las bandas subversivas para exigirles que pongan fin a sus asesinatos, sus tropelías y permitan que gobernantes y gobernados se dediquen a reordenar el país, en calma.
¿Acaso el señor Soares piensa que la ultraizquierda portuguesa, una vez dueña del poder, le dejaría actuar en su tierra? El señor Mitterrand, ¿sumaría a su coalición a los grupúsculos de la izquierda enardecida? Si la guerrilla empezara a desbastar Suecia, ¿se cruzaría de brazos el señor Palme, o volvería contra ella el peso de las armas del Estado, precisamente para preservar ese Estado y esa democracia pluralista que defiende? Invadida Gran Bretaña por la subversión ¿estaría el señor Hayward del lado de los delincuentes o de los combatientes legales? ¿Por qué es antifascista el señor de Martino? ¿Por moda, deporte o convicción profunda? ¿Cree el señor Jorgensen que si las bandas que operan en la Argentina tomasen el gobierno de Dinamarca, aceptaría su disidencia socialista, tolerarían siquiera que la manifestara?
Y continúa:
Pero ninguno de ellos, hasta ahora, ha levantado la voz para condenar los asesinatos cometidos en la Argentina por bandas o movimientos a cuyos similares en Europa han escarnecido sin tregua. Todo lo contrario, facilita con un documento como el de Le Monde, la glorificación de los extremismos. En una palabra, el "Llamado a la Junta Militar" antes de ayudar, deteriora la marcha hacia el establecimiento en la Argentina de la sociedad que ellos preconizan.
Anuario revista Somos
Año 1976.
Radiografía de una asesina
El coche policial llevaba a las alumnas del Instituto Argentino de Lenguas Vivas, entre las que se encontraban María Graciela Cardozo, hija del jefe de la Policía Federal, y su compañera de estudios Ana María González, de 18 años. Iban hacia la casa del alto funcionario policial para estudiar. La fecha: 17 de junio de 1976. Ana María González llevaba en su cartera una caja de perfume, dentro de ese inocente envoltorio, una bomba de 700 gramos de trotyl, accionable por un mecanismo de doble tiempo, destinada a terminar con la vida del padre de su compañera y, tal vez, con la de ella también.
La actuación importante de Ana María González comenzó el 25 de mayo de 1976, cuando comunica a sus superiores de la banda subversiva Montoneros que es compañera de clase de la hija del jefe de la Policía Federal y ellos le sugieren un acercamiento estratégico. Como con María Graciela Cardozo habían discutido sobre temas políticos y eso las había distanciado, la González apeló a un recurso sentimental para lograr un nuevo acercamiento: le arrimó varias páginas en las que confesaba sus angustias. Le contó que sus padres el cirujano Abel Roberto González, expulsado del hospital de San Fernando por izquierdista, y la psicóloga Ana María Corbiján- se habían separado un año y medio atrás, y que se la había hecho sufrir lo indecible. Así consiguió sacudir las fibras más sensibles de María Graciela Cardozo y de sus padres.
La opinión de los vecinos de los González, en Beccar, es simple: La madre tenía cara de sufrida; el padre era un hombre de aspecto serio; la chica, en cambio, parecía algo frívola. Siempre andaba dando vueltas en su Gordini: novio, novio, no se le conoció nunca.
El 1º de mayo, por primera vez, Ana María consigue entrar en la casa de los Cardozo. La suerte parecía estar de su lado, pero durante ese mes la detienen por su entonces supuesta vinculación con la organización terrorista declarada ilegal en 1975. En una dantesca conferencia de prensa clandestina ante un enviado especial de una revista española, la propia González declaró:
Fui liberada por mi amistad con la hija del general. El 17 de junio volví a entrar a la casa. A las 18:40 horas pedí permiso para ir al baño donde puse en marcha el mecanismo de tiempo de la bomba. Después entré en el dormitorio de los padres de María Graciela y la coloqué debajo de la cama, del lado que ocuparía el jefe de la Policía. Pero al salir volví sobre mis pasos y la corrí un poco hasta ubicarla justo sobre el lugar donde apoyaría la cabeza, a ver si todavía fallaba.
A 01:30 de la mañana el cuerpo del general Cardozo volaba en pedazos, Ana María recordó con cinismo:
Y pensar que cuando me detuvieron y me dejaron en libertad gracias al general Cardozo, los policías me regalaron chocolatines.
Epílogo
Estos palmos de biografías quizás no alcancen para definirlas y unir sus carreras delictivas pero hay ciertos detalles en común, ambas (la citada Ana María González y Norma Arrostito), pertenecían a la clase media alta; ninguna había sufrido los esfuerzos que decía no tolerar ver sufrir a los demás (el trabajo, por ejemplo); ellas mismas se automarginaron en una clandestinidad suprema, de la cual suponían que surgiría una gloria también suprema. Primero se rebelaron contra un orden de cosas; después contra todo, inclusive con lo poco de humanidad que les quedaba.
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Atentado
Sargento
Rubén Godofredo Favale
Nació en la Capital Federal el 8 de abril de 1952 e ingresó al Ejército como aspirante a la Escuela de los Servicios para Apoyo de Combate General Lemos, en el mes de febrero de 1966. En 1969 egresó con el grado de cabo 1ro. de la especialidad mecánico motorista. Su primer destino fue la Compañía de Ingenieros 7. En 1971 pasó a revistar en la Escuela de Comunicaciones, en Campo de Mayo. El 31 de diciembre de 1973 ascendió a sargento.
Falleció el 1 de julio de 1976, en momentos que salía de su domicilio en la calle Martín Céspedes 2150, de la ciudad de Ramos Mejía. Lo ametrallaron desde un vehículo ocupado por delincuentes subversivos. Como consecuencia de las heridas, dejó de existir en el Instituto de Cirugía de Haedo.
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Atentado
Sargento Primero
Eligio Osvaldo Molina
Ingresó a la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral, el 1 de enero de 1963, y egresó como cabo el 31 de diciembre de 1964. Estuvo destinado en la Escuela de Artillería, en la ciudad de Córdoba; en el Grupo de Artillería 9, en la localidad de Sarmiento, provincia de Chubut; en el Grupo de Artillería 101, en Ciudadela, provincia de Buenos Aires; en la Escuela de Inteligencia y a partir de 1975, en el Comando del IIIer. Cuerpo de Ejército. Ascendió a sargento 1ro. en 1973.
Era soltero, de 33 años de edad y único sostén de dos hermanas ciegas.
Falleció el 14 de julio de 1976, en circunstancias en que formando parte de una fracción que efectuaba un control de rutas en la ciudad de Córdoba, participó en un enfrentamiento con elementos subversivos.
La Prensa,
En su edición del 15 de julio de 1976 informa:
El Comando del III Cuerpo de Ejército informó con pesar que en el día de la fecha ha fallecido el sargento 1º Elvio Osvaldo Molina, perteneciente al Tercer Cuerpo de Ejército, que fuera gravemente herido el 8 de julio próximo pasado en un enfrentamiento con delincuentes subversivos.
El mencionado día, en oportunidad de ejecutarse en la ciudad de Córdoba un control de ruta sobre el camino a Pajas Blancas, mientras la patrulla militar identificaba a los ocupantes de un vehículo, el sargento 1º advirtió que en un rodado que se encontraba detenido y esperando para su control, se iniciaban movimientos sospechosos, aparentemente para dar vuelta el vehículo y eludirlo. De inmediato extrajo su arma reglamentaria y, en un exceso de valor, corrió hacia el vehículo ocupado por tres individuos, que sorpresivamente abrieron el fuego hiriendo de gravedad al representante de las fuerzas legales.
Pese a haber sido alcanzado por los disparos de los delincuentes, el suboficial los persiguió durante un trecho abriendo fuego con su arma e hiriendo a uno de ellos, los cuales, imprimiendo velocidad a su vehículo lograron huir del lugar. De inmediato fue trasladado al Hospital Militar Córdoba, donde se lo intervino quirúrgicamente, teniendo afectado el estómago, riñón, páncreas, bazo e intestinos. Dado la gravedad de su estado, fue evacuado al Hospital Militar Central, en Buenos Aires, donde se le realizaría un trasplante de riñón, oportunidad en que dejó de existir.
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Enfrentamiento con la cúpula del ERP, muerte de Santucho y Urteaga
Capitán
Juan Carlos Leonetti
Nació el 28 de agosto de 1944 en la localidad de Mercedes, provincia de Buenos Aires. El 8 de marzo de 1961 ingresó al Colegio Militar de la Nación, de donde egresó con el grado de subteniente del arma de ingenieros el 22 de diciembre de 1964, siendo destinado a la Escuela de Ingenieros.
En junio de 1965 fue destinado a prestar servicios en el Escuadrón de Ingenieros 2, y dos años después fue promovido al grado de teniente. En 1971 ascendió a teniente 1ro. y en 1975, a capitán.
Estaba casado con la señora María del Carmen Viola y era padre de tres hijos.
Fue ascendido post mortem al grado de mayor.
El 19 de julio de 1976, una patrulla del Ejército localizó en Villa Martelli, provincia de Buenos Aires, el refugio del jefe del ERP, Roberto Santucho, el cual se encontraba reunido con su segundo, Benito Urteaga y otros subversivos de su organización.
La operación la encabezó el capitán Juan Carlos Leonetti. Una vez cercados se intimó la rendición a los guerrilleros. Éstos abrieron el fuego originándose un intenso tiroteo. El capitán Leonetti cayó herido de muerte; las fuerzas militares continuaron el asalto que terminó con la muerte de Roberto Santucho, Benito Urteaga y otros tres subversivos.
La Nación
21 de julio de 1976 publicó:
Un duro golpe a la subversión
Oficialmente confirmó el Ejército que en el enfrentamiento de Villa Martelli, registrado poco después de las 00:30 horas de anteayer, en un departamento del segundo piso del inmueble sito en Venezuela 3149, murieron el cabecilla ideológico y principal miembro del buró militar de la organización extremista declarada ilegal en 1973, Mario Roberto Satucho y uno de sus lugartenientes, José Benito Urteaga. Los efectivos militares y de la Policía Federal y su similar bonaerense, que participaron de la acción, en la que fue asesinado el capitán del Ejército Juan Carlos Leonetti, dieron muerte a otros elementos subversivos quienes, como los dos nombrados, lejos de acatar la orden de rendición, atacaron a balazos a los miembros de las fuerzas combinadas.
El departamento ocupado por Santucho, se encuentra ubicado en un lugar estratégico ya que se halla en las proximidades de la avenida General Paz y la ruta Panamericana, lo que, en otras circunstancias y en caso de necesidad, hubiese permitido contar con vías de escape propicias. En el lugar se secuestró importante material, entre el cual se hallaron listados de personas que se adherían a ese movimiento subversivo.
La Razón
En su edición del 20 de julio de 1976, informa:
La guerrilla descabezada
Comienza el operativo
Conforme a las fuentes, las autoridades comenzaron a trabajar sobre pistas surgidas a raíz de otro procedimiento realizado el 10 del actual en la vecina localidad de San Andrés, sobre la cual informamos oportunamente. Según se recordará, en esa oportunidad fue allanada por fuerzas conjuntas la finca ubicada en Ecuador 170, en la que disimulaban sus verdaderas actividades con una fábrica de bolsas de polietileno. Allí se encontró el cadáver del vicecomodoro Roberto Moisés Echegoyen, asesinado por los extremistas que lo mantenían cautivo, poco antes de irrumpir los efectivos militares y policiales. En la ocasión fue ultimado un irregular y se capturó a otro, el que dio informaciones que condujeron a nuevas comprobaciones. Dentro del inmueble, de modesto aspecto, en un sótano prolijamente acondicionado, se descubrió lo que se consideró la central de propaganda subversiva, y también fueron incautados importantes documentos que servirían para continuar las batidas contra el extremismo en otros lugares. Dos días más tarde, se llegó a la ciudad de Córdoba, donde en el barrio Observatorio, se concretó otro operativo de significativa trascendencia. En el inmueble ubicado en Achával Rodríguez 1035, que aparentaba un pequeño taller metalúrgico, funcionaba en realidad otra central de la subversión. Bajo la planta baja de la casa habían construido un amplio sótano en el cual se instalaron valiosas máquinas impresoras destinadas a difundir la acción subversiva en todo el país. El costo de las instalaciones superaba holgadamente los 20.000 millones de nacionales, siendo las maquinarias del tipo más modernas que puede obtenerse en plaza. Pese el hermetismo de las autoridades, pudo establecerse que aparte de dichos elementos en el lugar, se encontró el archivo principal de la organización proscrita en 1973, conteniendo valiosísima información sobre hechos subversivos, así como respecto a los refugios y claves habitualmente utilizados por los sediciosos.
La hora decisiva
Con los datos acumulados, siempre conforme a trascendidos de buena fuente, la maquinaria de los organismos de seguridad prosiguió su marcha actuando en base a pistas firmes, y en la seguridad que se acercaba la "hora 0" para la subversión. Fue así que en la víspera, poco después del mediodía, montose un operativo de control de automotores en las avenidas General Paz y la ruta Panamericana, en la zona de Villa Martelli. En el procedimiento se concentraron importantes fuerzas militares, con la colaboración de efectivos de la Policía Federal y de su similar bonarense. Paulatinamente y procurando no despertar sospechas, las tropas fueron desplazándose y tomando posiciones por las inmediaciones del lugar, como si se tratara solamente de verificar la identidad de los automovilistas que circulaban por la zona. Así se internaron unos 200 metros en el sector provincial, hasta llegar a un barrio en construcción, cuyas calles no tienen todavía nomenclatura municipal. Entre los inmuebles ya levantados figura un edificio de 12 pisos, evidentemente el objetivo principal de las fuerzas actuantes ya que sobre él convergió el grueso de los efectivos. Aproximadamente a las 14:30 horas se inició el asalto al edificio ingresando en él varias patrullas encabezadas por el capitán Juan Carlos Leonetti. Este militar llamó a la puerta de uno de los departamentos, siendo atendido por una mujer que, al darse cuenta de quien se trataba, alertó a varios individuos que estaban en el interior. Mientras la mujer retrocedía y se parapetaba tras la puerta, sus compañeros abrían nutrido fuego contra los efectivos. Las primeras descargas tomaron de lleno al capitán Leonetti que se desplomó sin vida. La reacción de los efectivos fue instantánea y la agresión respondida enérgicamente. Entablose así, furioso tiroteo, en el cual se utilizaron por una y otra parte, armas de grueso calibre. Finalmente, el fuego de los agresores pudo ser acallado y cuando las fuerzas del orden ingresaron a la vivienda hallaron los cadáveres de por lo menos siete extremistas, entre los cuales figuraban Santucho, Urteaga y Mena. Informaciones fragmentarias surgidas en la confusión de los primeros momentos, hicieron pensar que entre los muertos figuraba Gorriarán Merlo, pero las fuentes consultadas aseguraron poco después, que entre los cadáveres encontrados no había sido identificado ninguno como el de dicho sedicioso.
Segunda fase
Revisando prolijamente el inmueble, pudo comprobarse que allí tenían refugio los principales cabecillas de la organización proscripta en 1973. Así lo demostró la gran cantidad de documentación incautada, entre la cual existía un archivo de los hechos subversivos cometidos desde largo tiempo atrás con pormenorizados detalles sobre quiénes los habían cometido; pruebas de las conexiones establecidas con la organización proscripta el año pasado, para su accionar común, tanto en el plano político como en actos extremistas, y diversos domicilios que se usaban como refugios en todo el país. También se hallaron pruebas de los contactos establecidos con otras organizaciones sediciosas que actúan en países vecinos, especialmente en Uruguay, Paraguay, Bolivia y Chile, así como en México, Colombia y Venezuela. Entre los documentos que ahora son objeto de severo análisis, se encuentran los referentes a la financiación que obtenían los irregulares para su actividad y especialmente, la que se obtenía de algunos países europeos y la forma en cómo se la distribuía.
Dentro de la reserva que guardan las autoridades no se oculta un optimismo despertado por los últimos golpes asestados a la subversión, considerándose que la misma ha sido prácticamente desarticulada a raíz de los procedimientos cumplidos en los últimos 10 días. Sobre la base de la importante documentación secuestrada, se proseguirá acosando a los sediciosos prófugos.
La Nación
En su edición del 21 de julio de 1976, difunde un artículo denominado:
Cómo fue desbaratada
la acción subversiva
La decapitación, por así denominar la caída de las máximas figuras de la organización clandestina trotskista, ocurrida en los últimos días fue precedida de un progresivo debilitamiento de sus cuadros, no sólo en las jerarquías, sino también en cantidad. Podría asegurarse que otro tanto ocurrió con la restante agrupación delictiva declarada ilegal en 1975. A estas dos calificaciones dadas a los golpes aplicados a la guerrilla, podemos sumar un hipotético gráfico estadística de los distintos procedimientos en que cayeron muertos casi cuatro centenares de extremistas, desde aquella noche del 23 de diciembre último, cuando convergieron sobre el Batallón Viejobueno, en Monte Chingolo, numerosos grupos de subversivos dispuestos a dar el más espectacular golpe contra un instituto de las Fuerzas Armadas. Fueron rechazados en la más sangrienta lucha que se recuerda en nuestro país, en esta sucesión de enfrentamientos. Tomemos como punto de partida ese hecho de Monte Chingolo, donde perdieron la vida un centenar de militantes de las dos organizaciones guerrilleras.
Entre el 24 de diciembre de 1975 y el 24 de marzo de 1976, exactamente tres meses, la represión de la subversión dejó un saldo de tres muertos en la provincia de Tucumán. Con la fecha citada en segundo término, en que inicia el gobierno nacional una decidida lucha antisubversiva, comienza una segunda etapa de 70 días.
Éste ha sido un estilo de la lucha, un sello de cada día, hasta sumar hoy, desde aquella tarde de Monte Chingolo, la cantidad de 351 muertos.
Desde el 24 de marzo último, la zona donde más terroristas fueron muertos es en la provincia de Buenos Aires, con 107 bajas; luego aparece Córdoba con 67; Tucumán, con 40 y la Capital Federal, con 27; el resto, en otros lugares.
La Razón
En su edición del 20 de julio de 1976, publica un artículo con comentarios sobre los antecedentes subversivos de los dirigentes caídos en Villa Martelli.
Descabezamiento del extremismo
Mario Roberto Santucho, un contador público nacional que abandonó las tranquilas columnas del "Debe y el Haber" para convertirse en un feroz terrorista, cayó ayer en su ley, al ser muerto por las fuerzas de seguridad durante un enfrentamiento que se registró a 200 metros del cruce de las avenidas General Paz y Panamericana, a las puertas de esta capital.
Santucho, considerado como uno de los principales jefes de la organización extremista declarada ilegal en 1973, comenzó a tener triste notoriedad a principios de esta década, cuando en Tucumán, su provincia natal, organizó una célula terrorista de neto corte extremista. Tres veces se fugó de la cárcel. La primera de ellas ocurrió cuando, detenido por las autoridades, fue internado en el penal de Villa Urquíza, en Tucumán y luego, mediante un parte de enfermo, fue trasladado al hospital Padilla, de donde fugó. Tiempo después reapareció en la ciudad de Rosario, donde fue detenido, y nuevamente logra evadirse, a los pocos días.
En 1971, el extremista fue aprehendido en Córdoba, encontrándose en su poder documentos fraguados. Por disposición de la Cámara Federal en los Penal de la Nación fue trasladado a Villa Devoto y de allí, por razones de seguridad, internado en el penal de Rawson, en la provincia de Chubut. En ese lugar es donde protagonizó su tercera y más espectacular fuga, al encabezar una rebelión de presos el 15 de agosto de 1972 y donde tras dar muerte a dos guardianes, un grupo de delincuentes subversivos se dirigió hacia el aeropuerto de Trelew. Allí, tras tomar como rehenes a pasajeros y familiares de éstos que aguardaban el momento de embarcarse en una aeronave afectada al servicio regular, se apoderaron de la máquina.
Las fuerzas de seguridad, en tanto, habían iniciado la represión de la cruenta rebelión, retomando el control del penal y cercando la aerostación. Un total de diez sediciosos, entre ellos Santucho, lograron subir a la máquina, perteneciente a la empresa Austral, y tras reiterar amenazas al pasaje y tripulación, en un verdadero acto de piratería aérea, lograron aterrizar en Puerto Montt, Chile, desde donde, tras reabastecer a la máquina de combustible, enfilaron a Santiago de Chile. En el país vecino, el grupo - nueve hombres y una mujer - obtuvo salvoconductos para trasladarse a Cuba, pese al oportuno pedido de extradición cursado por las autoridades argentinas a la Cancillería del país transandino. Incluso, horas después de la rebelión, el presidente argentino, teniente general Alejandro Agustín Lanusse, habló telefónicamente con el mandatario chileno, doctor Salvador Allende, quien le dio seguridades en el sentido que los prófugos serían tratados como delincuentes comunes.
El grupo de fugados estaba integrado, además de Santucho, por algunos personajes que cobraron posteriormente triste fama en la crónica roja del terrorismo. Ellos eran Enrique Haroldo Gorriarán Merlo, Jorge Roberto Quieto, Marcos Osatinsky, Domingo Mena, Fernando Vaca Narvaja, Juan Carlos Fernández Goldenberg, Alejandro Enrique Ferreira, Víctor José Fernández y Ana Weissen, la única mujer.
En Trelew, en tanto, entre las bajas de la guerrilla cayó la mujer de Santucho, Ana María Villarreal. Los prófugos, tras una corta permanencia en Cuba reingresaron a nuestro país, por diversos lugares, y a principios de 1973, Santucho convocaba a conferencias de prensa y otorgaba entrevistas exclusivas a periodistas de medios extranjeros. Una ley de amnistía, sancionada por el Congreso de la Nación, a poco de asumir la presidencia Héctor J. Cámpora, "redimió" a los subversivos y les posibilitó reanudar, otra vez, su tarea.
José Benito Urteaga ocupaba un lugar clave en los cuadros de la subversión. De 31 años, alcanzó notoriedad al participar con otros extremistas en el asalto perpetrado en 1970 contra la sucursal 9 de julio del Banco Comercial del Norte, en Tucumán, donde los irregulares obtuvieron un botín de $ 20.000.000. Posteriormente se lo vinculó con el secuestro y asesinato del ejecutivo de Fiat, Oberdan Sallustro, así como con la muerte del capitán Roberto Eduardo Carbajo, al que los extremistas ultimaron en San Nicolás, en noviembre de 1974. Estaba casado con la señora María de los Angeles Dávila, de quien se separó. Intensamente buscado a raíz del mencionado atraco al banco tucumano, pudo ser capturado y remitido al penal de Villa Urquiza. Pero en setiembre de 1971 protagonizó, juntamente con otros subversivos presos, sangriento motín durante el cual murieron cinco guardiacárceles y otros tres recibieron graves heridas, aprovechando Urteaga para fugar.
Domingo Mena, de 28 años, era, al igual que los anteriores, uno de los más conspicuos ideólogos y hombres de acción de la organización de extrema izquierda ilegalizada en 1973. Nacido en Italia, se desconoce cuándo ingresó a nuestro país, pero desde muy joven comenzó a actuar en hechos subversivos. Durante 1970 protagonizó numerosos hechos de resonancia, como copamiento de locales policiales y estaciones ferroviarias. Detenido en 1971, en la provincia de Entre Ríos, fue trasladado a Rawson, donde participó en la fuga de 1972.
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Atentado
Cabo
Jorge Antonio Bulacio
Nació en San Fernando del Valle de Catamarca el 2 de noviembre de 1954. Ingresó al Ejército el 6 de marzo de 1972, para realizar los cursos en la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral, de donde egresó como cabo del arma de comunicaciones el 15 de diciembre de 1973.
Desde febrero a abril de 1974 realizó el Curso de Perfeccionamiento Básico de Suboficiales en la Escuela de Comunicaciones.
Pasó a continuación a prestar servicios en el Batallón de Comunicaciones de Comando 141 en la provincia de Córdoba, lugar que resultó ser su primer y último destino militar.
Murió el 10 de agosto de 1976, víctima de un atentado. Era soltero.
Fue ascendido post mortem al grado de cabo 1ro.
El martes 10 de agosto de 1976, cerca de las 14:00 horas, el entonces cabo Bulacio transitaba por la ruta nacional Nº 9 a pocos kilómetros de la ciudad de Córdoba. Iba en comisión del servicio conduciendo un camión de su Batallón que transportaba el apoyo logístico a un destacamento de protección de objetivos que se encontraba próximo.
En estas circunstancias observó a dos personas detenidas al costado de la ruta con aparentes inconvenientes mecánicos en el automóvil. Ante las señas de auxilio, Bulacio no dudó en detener el vehículo para ayudar a quienes se lo requerían. Disponía de medios aptos como para solucionar problemas mecánicos.
Este proceder le costó la vida pues resultó una emboscada más dentro de las acciones del marxismo subversivo. Fue rodeado y asesinado a sangre fría de varios disparos en la cabeza.
Seguidamente los terroristas arrojaron bombas molotov incendiando el camión militar. La tarea de emboscar, asesinar y destruir estaba cumplida, tras lo cual los atacantes huyeron presurosos en su propio vehículo.
Dos soldados que lo acompañaban en la misión que estaba cumpliendo, lograron salvar sus vidas por el celo de Bulacio, quien como adivinando su último y definitivo riesgo, les había ordenado descender y resguardarse como precaución ante cualquier atentado.
La organización denominada Montoneros fue la responsable de la agresión, según lo difundió el comunicado de las fuerzas legales poco después del hecho.
A esta altura de los acontecimientos y dada la cantidad de atentados cometidos por las organizaciones subversivas terroristas con características muy similares al ejecutado contra el cabo Bulacio, el 10 de agosto de 1976, el periódico La Nación publicó aspectos de la situación reinante y transcribió el contenido de una conferencia de prensa realizada por comandos responsables en la lucha contra la subversión.
En dicha conferencia se dieron a conocer los objetivos autoimpuestos por las fuerzas legales para dar respuesta al ideario marxista de las organizaciones subversivo-terroristas que azotaban al país.
Lo publicado expresaba que se luchaba contra la subversión:
1. Para que se pueda seguir creyendo en Dios.
2. Para que el progreso siga siendo el núcleo de la vida social argentina.
3. Para poder vivir en libertad.
4. Para que todos los habitantes del suelo argentino tengan iguales oportunidades de
trabajo, educación, salud y progreso.
5. Para que el ciudadano común siga teniendo el derecho de optar y elegir.
6. Para que se practique la amistad sin desconfianza.
7. Para que se pueda disentir con la opinión de los demás y aun criticar al gobierno.
8. Para que se pueda seguir siendo dueño de lo que se gana con el propio trabajo.
9. Para que se pueda seguir disponiendo de la vida privada sin control del Estado.
10. Para que los principales educadores de los hijos sigan siendo sus padres.
11. Para que el progreso sea pacífico y fundado en el trabajo y la capacidad.
celeste y blanca con el sol.
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Atentado
General de Brigada
Omar Carlos Actis
Nació en Oliva, provincia de Córdoba, el 25 de abril de 1920 e ingresó en el Colegio Militar de la Nación el 4 de marzo de 1941, de donde egresó como subteniente del arma de ingenieros el 15 de julio de 1944, alcanzando el primer puesto en el orden de mérito de su promoción.
Luego de desempeñarse en distintas unidades de su arma, cursó la Escuela Superior Técnica del Ejército donde obtuvo el título de Oficial Ingeniero Militar.
Unidades de zapadores y fábricas militares lo vieron desenvolverse con destacada eficiencia. Por sus méritos fue comisionado por el Ejército y el Gobierno argentinos a la República de Francia; revistó asimismo en el Comando de Ingenieros y en la Dirección General de Ingenieros hasta ascender el 31 de diciembre de 1969 al grado de general de brigada.
Luego de pasar a retiro por su voluntad el 22 de junio de 1973, fue nombrado administrador general de Yacimientos Petrolíferos Fiscales y en el momento de su muerte se desempeñaba como presidente de Ente Autárquico Mundial 78.
Estaba casado y tenía dos hijos; su esposa la señora Delia Santanni, recibió posteriormente la medalla al Honor Militar, en un homenaje del Ejército Argentino.
Fue ascendido post mortem a general de división.
Aproximadamente a las 09:45 horas, del 19 de agosto de 1976 un comando subversivo, que por semanas chequeara los movimientos del general Actis, ejecutó finalmente la acción de eliminación. La calle Las Flores de la localidad de Wilde, sería el escenario propicio para el primer disparo que lo hirió gravemente en el hombro y la cabeza, mientras guiaba sin acompañantes su automóvil particular.
Herido y con el coche sin gobierno fue ultimado desde ambos lados del vehículo por tres o cuatro subversivos. Algunos disparos impactaron sobre un transeúnte que resultó gravemente herido.
Días antes del suceso que le arrebatara la vida al general Actis los diarios decían:
La Opinión
Del 20 de junio de 1976, en su editorial de páginas 14 y 15:
En la Argentina de hoy se libra una verdadera guerra de la cual depende la supervivencia de la Nación, y el restablecimiento de la paz y de la democracia sólo procederá cuando se extirpe del país a la subversión, pues la subversión es la que ya comprometió el futuro de un pueblo industrioso y de una nación próspera.
La Nación
Del sábado 21 de agosto de aquel año, analizó editorialmente en su página 14 la trascendencia del asesinato del general Actis:
Para hacer más daño al país
Comienza diciendo: que el asesinato de un general de la Nación tiene, inevitablemente, una amplia repercusión que excede nuestras fronteras. Pero si ese general es el titular del organismo que tendrá a su cargo la preparación del campeonato mundial de fútbol que se disputará en la Argentina en 1978, la repercusión de esa noticia, es aún mayor por tratarse del deporte que congrega más espectadores en el mundo; el fútbol. Y todavía el momento de comisión del alevoso asesinato, pareció también elegido para que el hecho alcanzara una repercusión más grande aún: muy pocas horas antes de la realización de una conferencia de prensa a la que iban a asistir decenas de corresponsales extranjeros y en la que se aventarían dudas acerca de la realización en nuestro país de ese certamen
Todas estas circunstancias han concedido al atentado que concluyó alevosamente con la vida del general de brigada (RE) Omar Carlos Actis, una repercusión internacional desmesurada y han avivado las reservas alentadas por algunos acerca de la conveniencia o no de que la Argentina sea sede de esa competencia por disputarse antes de dos años. Sin duda los autores tanto materiales como intelectuales de este frío asesinato, pensaron cuanto antecede, advirtieron que no se podría elegir mejor víctima para hacer un gran daño al país. Si este es el objetivo buscado y sin dudas lo es, han acertado. La noticia ha dado rápidamente la vuelta al mundo y mereció especial atención en los ámbitos deportivos. Si hacía falta otro testimonio para demostrar quiénes atentan permanentemente contra la Nación, éste es irrefutable.
Este mismo periódico, en su editorial del domingo 29 de agosto, define uno de los aspectos principales de la agresión internacional que sufría nuestro país en aquel momento: el propagandístico.
El mismo hace un análisis coherente con el que hiciera ante la muerte del general Actis, pero señalando el encuadramiento rector internacional dentro del que se desenvolvía el terrorismo subversivo en la Argentina. Dice, bajo el título:
Para responder con
lenguaje argentino
En su programa noticioso de la noche del domingo anterior, la primera cadena de la televisión francesa organismo del Estado dedicó un largo reportaje al fenómeno de la violencia en la Argentina. Los comentarios que acompañaron a esa emisión, para la cual se seleccionaron cuidadosamente las imágenes más sugerentes de dramatismo, fueron preparados por un enviado especial cuyas conclusiones sombrías casi eran innecesarias después de las pruebas visuales escogidas. Con breves diferencias de tiempo, el diario Le Monde cuyas tendencias de opinión hacen previsibles los ángulos de la mayoría de sus enfoques- describió un panorama de la situación argentina en el cual no faltaba ninguno de los ingredientes con que habitualmente se pinta una guerra civil. El virtual complemento de ese panorama era un reportaje al príncipe Sadruddin Aga Khan Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados- sobre los supuestos peligros que amenazan a más de dos mil latinoamericanos refugiados en Buenos Aires, coronado con declaraciones relativas a las gestiones hechas ante diferentes gobiernos para que acepten descargar a la Argentina del fardo que representan sus refugiados.
Los mencionados son sólo algunos de los testimonios acerca de la forma en que fue enjuiciada por la prensa europea particularmente la francesa la situación por la cual atravesaba nuestro país. Por cierto que las deformaciones interesadas y los hechos prolijamente fragmentados abundan más de lo conveniente, pero lo que a los argentinos debe importarnos en primerísimo término es la producción de hechos que, por sí mismos, contengan las afirmaciones catastróficas con las cuales diversos sectores internacionales, además de los manejados directamente por las centrales del comunismo internacional, parecieran regodearse con el vaticinio de una verdadera guerra interior.
El terrorismo fue una realidad; el Gobierno de entonces anunció que ponerle fin era uno de los objetivos primeros de su gestión expresando: "En el combate interno no debe haber ninguna tregua, porque es evidente que ella sería beneficiosa para las bandas ahora diezmadas, en razón de que experimentan en carne propia los métodos impuestos por ellas en la acción subversiva. Se trata, pues, de un terreno en el cual no son concebibles las concesiones, pero las características de la lucha exigen que no se deje sin respuestas al amplio aparato propagandístico, aplicado a inducir a error a quienes juzgan la peripecia argentina sin más elementos que los ofrecidos por los núcleos afines con los agentes de la subversión".
"Es necesario que la opinión pública mundial disponga de una documentación fehaciente de la magnitud del ataque a la República consumado por la subversión terrorista. Por último, es insoslayable que una parte no secundaria de la política exterior argentina constituya un factor concurrente en el esfuerzo que hace la Nación para batir al fascismo de la derecha y al fascismo de la izquierda. En efecto, el terrorismo existe en nuestro país como existe en Irlanda del Norte, en el Medio Oriente, en África, en zonas de Asia y en forma aislada existe también en Europa. El terrorismo es, entonces, una materia exportable y ningún país está cubierto del riesgo consiguiente. Pero si todo Estado tiene la obligación de reprimir el terrorismo, es imperioso lograr acuerdos internacionales para combatirlo. En rigor, todos los países que ahora están expuestos al contagio de esa lepra política, debieran sentarse cuanto antes alrededor de una mesa de conferencias".
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Atentado
Sargento Primero
José Ángel Montesano
Nació en la Capital Federal el 15 de mayo de 1920.
Ingresó al Ejército al presentarse como aspirante en la Escuela de Artillería de Campo de Mayo en febrero de 1942 y ascendió a cabo de artillería el 31 de diciembre de ese mismo año.
Su primer destino fue el entonces Regimiento 2 de Artillería con asiento en Azul, provincia de Buenos Aires.
Alcanzó el grado de sargento 1ro. el 31 de diciembre de 1948 y pasó a situación de retiro con fecha 25 de diciembre de 1952.
Fue asesinado en un atentado el 14 de setiembre de 1976.
Estaba casado y tenía una hija.
Fue ascendido post mortem a sargento ayudante.
El martes 14 de setiembre de 1976, el sargento 1ro. Montesano se encontraba en el local de su pequeño negocio que tenía sobre la calle Rivadavia, en Valentín Alsina, cuando dos personas irrumpieron dentro de la oficina donde se encontraba y lo asesinaron. Dispararon desde corta distancia y por sorpresa y los numerosos impactos recibidos le ocasionaron la muerte instantánea.
La organización denominada Montoneros sería la que ejecutó el crimen, según difundieron posteriormente las fuerzas legales.
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Atentado
Teniente Coronel
Geofredo Gualberto Peralta Astudillo
Nació en Pergamino, provincia de Buenos Aires el 21 de marzo de 1903. Ingresó al Colegio Militar de la Nación el 1 de marzo de 1922 y egresó como subteniente del arma de infantería el 22 de enero de 1925.
Su primer destino fue el Regimiento 6 de Infantería.
Ascendió el 31 de diciembre de 1941 al grado de mayor. En 1942 fue nombrado jefe del IIIer. Batallón del Regimiento 11 de Infantería, en Rosario y en 1945, jefe del IIdo. Batallón del Regimiento 18 de Infantería en Santiago del Estero.
Ascendió a teniente coronel el 31 de diciembre de 1945 y fue nombrado 2do. jefe de Regimiento y en 1946, jefe del Distrito Militar 35, en Cañada de Gómez, Santa Fe, hasta que pasó a situación de retiro el 6 de junio de 1951.
Posteriormente fue convocado y se incorporó a la situación de retiro activo, para prestar servicios en la Obra Social del Ejército hasta el año 1953.
Estaba casado con la señora Aída Tadeo, con quien tuvo 3 hijos.
El día 22 de setiembre de 1976, en horas de la madrugada, Peralta Austudillo se aproximaba a su domicilio en las inmediaciones de las calles Paracaldo y Quesada, en Escobar, cuando fue interceptado por 4 individuos. Uno de los atacantes le disparó directamente al corazón dejándolo mortalmente herido, tras lo cual huyeron en un automóvil.
Por la hora y las características del lugar no pudo conocerse otros detalles del atentado.
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Enfrentamiento durante irrupción
en imprenta clandestina terrorista
Sargento Primero
Rosario Elpidio Tejeda
Nació el 3 de octubre de 1943 en Las Cañas, provincia de Catamarca. Ingresó al Ejército el 22 de febrero de 1960, cuando se incorporó a la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral, y egresó de dicho instituto como cabo de infantería en diciembre de 1962.
De 1963 a 1965 prestó servicios en unidades patagónicas y ascendió a cabo 1ro.
En 1966 y hasta 1971 fue destinado a la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral, donde se desempeñó como subinstructor del Curso Básico de Aspirantes y auxiliar de la División Justicia y ascendió al grado de sargento.
Por sus destacadas aptitudes deportivas, fue designado para representar a la Escuela de Suboficiales y al Ejército Argentino en pentatlón y otras competencias.
En el año 1972 ingresó a la Escuela de Inteligencia del Ejército, y egresó con la aptitud especial de Auxiliar de Inteligencia en diciembre del mismo año.
Pasó a prestar servicios en 1973 al Cuerpo de Ejército III, con destino en el Destacamento de Inteligencia 141.
Ascendió al grado de sargento 1ro. y se desempeñó como auxiliar de la sección operaciones.
Murió en acto de servicio el 23 de setiembre de 1976 en un enfrentamiento armado con elementos subversivos.
Estaba casado con la señora Alicia Amanda Aguilera y tenía 3 hijos.
Fue ascendido post mortem al grado de sargento ayudante.
Dentro de las acciones de las fuerzas legales, el jueves 23 de setiembre de 1976 se intentaba ubicar una imprenta clandestina en la calle Rosario de Santa Fe, de la ciudad de Córdoba. Al llegar los efectivos de la IV Brigada de Infantería Aerotransportada al domicilio sospechoso, fueron recibidos con disparos de armas de fuego desde el interior, contestados de inmediato por los efectivos militares, en el transcurso del cual perdió la vida en acción el sargento 1ro. Rosario Elpidio Tejeda y resultó herido otro suboficial, salvando apenas su vida el oficial jefe de la sección que junto con los suboficiales encabezaba su fracción.
El resultado de la operación significó el desmantelamiento de la capacidad de propaganda y falsificación que disponía la organización subversiva denominada Montoneros.
Nada difundirían los subversivos sobre el hecho, luego de que la acción resultara un rudo golpe a sus cada vez más escasos medios y significaba además la evidencia de otra sacrificada pero exitosa acción de las fuerzas que procuraban resguardar las instituciones de la democracia.
Por disposición de la superioridad correspondiente, se le impuso el nombre de Sargento Ayudante Rosario Elpidio Tejeda a la plaza de armas de la unidad donde revistaba al momento de su heroica muerte. Mereció la medalla Muerto Heroicamente en Combate, que recibió la familia en ceremonia especial del Ejército realizada en la ciudad de Córdoba.
Está incluido su nombre en el Campo de la Gloria de su unidad, grabado al lado de otros héroes como el general Iribarren y el personal civil Richetti, entre otros.
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Enfrentamiento durante patrulla urbana
Teniente Primero
Fernando Cativa Tolosa
Nació en la Capital Federal el 14 de abril de 1946. Ingresó al Colegio Militar de la Nación el 15 de febrero de 1965, de donde egresó como subteniente del arma de artillería el 16 de diciembre de 1969. Como cadete integró el cuadro de honor.
Su primer destino fue el Grupo de Artillería 141 en José de la Quintana, Córdoba, donde permaneció dos años. En 1972 pasó a prestar servicios en el Grupo de Artillería Aerotransportado 4 y el 31 de diciembre de ese año alcanzó su primer ascenso, siendo promovido al grado de teniente.
En el año 1975 fue destinado al Grupo de Artillería de Defensa Aérea 601 en Mar del Plata, donde ascendió a teniente 1ro. el 31 de diciembre de ese mismo año. Con ese grado, en su corta carrera militar, lo encontró la muerte el 8 de octubre de 1976, cuando fue asesinado por elementos subversivos terroristas.
Estaba casado con la señora Adriana Elisa Sofía Sappia y era padre de 2 hijos.
Fue ascendido post mortem al grado de capitán.
Ese día, el entonces teniente 1ro. Cativa Tolosa se encontraba en una misión de patrullaje urbano con efectivos a su mando, desplazándose por diversas calles de la ciudad de Mar del Plata. En la ejecución de esa misión, al llegar a la intersección de Rivadavia y avenida Jara, la patrulla observó estacionado un automóvil Fiat 1500 celeste, frente al restaurante Real Madrid, vehículo que era sospechoso de servir de movilidad a terroristas que actuaban en la ciudad.
El jefe de la patrulla resolvió entonces ingresar en el local para hacer un reconocimiento y tratar de identificar a los que estarían utilizando el coche detectado. En esas circunstancias y cuando se dirigía hacia una de las mesas del local ocupada por tres personas, inesperadamente desde otra mesa y por la espalda recibió varios disparos en el tórax que le produjeron la muerte.
Una vez abatido Cativa Tolosa, los subversivos se tirotearon con el resto de la patrulla resultando un extremista muerto y otro herido, el que no obstante logró huir asaltando un taxi para que lo alejara del lugar. Asimismo los restantes consiguieron alejarse en otro vehículo que presumiblemente los aguardaba como apoyo.
Se conocería más tarde que la organización subversiva terrorista denominada Montoneros se adjudicaría la agresión armada, que se iba a reflejar en el último número del año del órgano de difusión Evita Montonera.
Apenas dos días después de asesinado este oficial, el 10 de octubre de 1976, el diario La Prensa señalaba parte del contexto que se vivía en nuestro país. En su página 1 destacaba las declaraciones del Ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay, quien expresaba que aún continuaba la infiltración subversiva en América latina. En Nueva York, con toda claridad, el Gobierno uruguayo junto a las naciones afectadas de América pedía una acción conjunta contra la subversión comunista, aunque siempre conservando en la acción la individualidad de cada uno de los países agredidos. En ese mismo momento, expresaba, su país tenía una gran preocupación por la futura infiltración marxista de los agentes del caos que eran entrenados en Cuba en un número de 300, y próximos a completar su aprendizaje para introducirse seguidamente en los países libres del continente.
También el obispo de San Juan, Alfonso María Sansierra, había sido terminante en la denuncia de la infiltración en todos los estamentos de la sociedad y advertía sobre los acontecimientos por venir. Habló con elocuente claridad hace más de 20 años sobre la guerra desatada por el marxismo y el futuro de las acciones de esta ideología, que él como pastor de la Iglesia deseaba con todo su corazón que desaparezca (diario La Prensa 24 de agosto de 1976).
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Atentado
Teniente Primero
Oscar Abel Lucioni
Nació el 10 de febrero de 1944 en la ciudad de Buenos Aires. Ingresó al Colegio Militar de la Nación en febrero de 1964, y egresó como subteniente del arma de caballería en diciembre de 1967.
Prestó servicios en varias unidades del arma y en 1975 fue destinado a la Compañía Comando y Servicios del Estado Mayor General del Ejército, su último destino antes de su muerte.
Fue ascendido post mortem a capitán y su familia recibió la medalla Al Honor Militar, que le fuera otorgada en un homenaje especial del Ejército Argentino realizado en los cuarteles de Palermo en diciembre de 1976. Estaba casado con la señora Ana María Domínguez, y era padre de tres hijos.
El 21 de octubre de 1976, poco después de la siete de la mañana, el teniente 1ro. Lucioni salió de su domicilio próximo a la calles Zapiola y Mendoza para dirigirse a su actividad diaria en el Estado Mayor General del Ejército. Luego de dejar el edificio donde vivía caminó pocos metros hasta llegar a su automóvil estacionado en la calle. Llegó hasta el coche y en el momento en que lo abría recibió el primero de los nueve impactos que acabaron con su vida.
Aunque el ataque se produjo por sorpresa y por la espalda, Lucioni alcanzó a empuñar su arma contra los subversivos que lo emboscaron. La reacción aceleró la fuga de los 6 atacantes y permitió que aún sangrante y desfalleciente, regresara hasta encontrar al encargado de su edificio a quien entregó su arma para que ésta no le fuera arrebatada. Seguidamente auxiliado por la rápida reacción de un joven vecino, fue llevado en un vehículo conducido por una mujer, al hospital Pirovano desde donde más tarde fue trasladado al Hospital Militar.
El teniente 1ro. Lucioni falleció a los nueve días del atentado, el día 30 de octubre a las 16:00 horas.
La organización marxista denominada Montoneros se adjudicó el asesinato. (Nota del sitio: el atentado fue realizado por una célula del G.E.C. -Grupo Especial de Combate - de Montoneros, al mando del terrorista Ojea Quintana, posteriormente caido y años después por supuesto en la lista de la CONADEP, como "un inocente disidente más, víctima del terrorismo de estado").
Revista Mundo Bancario
De enero febrero de 1977
La subversión cobarde quiso cumplir otra etapa más del cruel plan de crímenes para esconder su derrota seleccionando al teniente 1ro. Lucioni
Revista Gente
De diciembre de 1976
Mencionaba con recogimiento al capitán asesinado, mientras mostraba las imágenes de su familia recibiendo la Medalla al Honor Militar, durante el acto de diciembre en Palermo. Allí se dijo:
Hoy venimos a demostrar nuestro respeto y admiración a quienes hicieron honor a su juramento a la Bandera.
La Prensa
31 de octubre de 1976, Pág. 1
El mismo día que se publicó la muerte del teniente 1ro. Lucioni, los diarios transcribieron también en sus primeras planas las claras afirmaciones de los obispos de la Iglesia Católica Argentina sobre el carácter de la guerra que se estaba librando. Dijeron clara y tajantemente:
Los Obispos condenan inequívocamente la ideología y la praxis marxista.
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Atentado
Coronel
Leonardo Roberto Damico
Nació en la provincia de Mendoza el 23 de marzo de 1927. Ingresó al Colegio Militar de la Nación el 15 de febrero de 1946, y egresó como subteniente del arma de caballería el 14 de diciembre de 1948.
Su primer destino fue el Destacamento de Exploración Mecanizado, para pasar luego al Regimiento de Granaderos a Caballo General José de San Martín. Como capitán obtuvo el título de Oficial de Estado Mayor, tras lo cual realizó una visita a los Centros de Instrucción de los Estados Unidos. Posteriormente, luego de un curso de orientación de arsenales, se desempeñó como profesor en la Escuela Superior de Guerra para realizar, a continuación, el Curso Superior de Estrategia, con el grado de coronel. Fue nombrado jefe de curso de la Escuela Superior de Guerra, su último destino.
Estaba casado con la señora Hebe Milored Varni y era padre de 6 hijos. Fue ascendido post mortem al grado de general de brigada.
El coronel DAmico abandonó su domicilio en la mañana del 1º de diciembre de 1976, para dirigirse a la Escuela Superior de Guerra. Ese día debía alcanzar hasta la escuela primaria a una de sus hijas menores a quien ubicó en el asiento trasero de su automóvil.
Pasadas las 07:30 horas se produjo la emboscada próxima a las calles Honduras y Godoy Cruz, en el barrio de Palermo. Tres coches interceptaron y cercaron el vehículo del coronel, descendiendo los subversivos terroristas quienes lo ultimaron. Para entonces el coronel y su acompañante habían descendido con sus armas, pero el fuego rápido y sorpresivo los abatió con incontables disparos, tras lo cual los subversivos huyeron en dos de los rodados, dejando abandonado el tercero. La hija del coronel Damico, que permaneció aterrada en el interior del vehículo, salvó milagrosamente la vida al ser cubierta por la acción de su padre y el acompañante.
Los boletines clandestinos que emitían las organizaciones subversivas iban a consignar (Evita Montonera, Nº 15 de febrero de 1977, Pág.27), entre otros hechos, lo siguiente:
El 1º de diciembre un pelotón del ejército montonero ejecutó al coronel Leonardo DAmico, director de cursos de la Escuela Superior de Guerra
. Lo escrito describía con toda claridad los métodos a los que recurría la izquierda y lo expresaban abiertamente: se lo ejecutó.Las editoriales y artículos de los diferentes periódicos expresaron:
La guerrilla no ha planteado una nueva forma para la acción política sino un choque frontal, una subversión en regla y con las armas en la mano. Por donde se lo busque, constituye una sucesión de actos de guerra, trazados en el marco de una estrategia internacional (La Prensa, 9 de diciembre de 1976).
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Combate contra terroristas urbanos
Sargento Primero
Oscar Alberto Cabezas
Nació en Palpalá, provincia de Jujuy el 1º de setiembre de 1944. Ingresó al Ejército el 1º de marzo de 1963; cursó la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral, de donde egresó como cabo de infantería en diciembre de 1964.
Luego de realizar el curso básico en la Escuela de Infantería, fue destinado al Regimiento 26 de Infantería, en Junín de los Andes, Neuquén.
Durante su carrera adquirió la aptitud especial de paracaidista militar y posteriormente realizó el curso técnico de Auxiliar de Inteligencia que culminó con resultados sobresalientes.
Con el grado de sargento 1ro. se encontraba prestando servicios en el Destacamento de Inteligencia 121, de la provincia de Santa Fe, cuando lo sorprendió la muerte en acto del servicio el 1º de diciembre de 1976.
Estaba casado con la señora Betty Sara González y era padre de 2 hijos. Fue ascendido post mortem al grado de sargento ayudante.
La tarde de ese 1º de diciembre el sargento 1ro. Cabezas integraba una patrulla que seguía de cerca a un grupo subversivo en el centro de la ciudad de Santa Fe.
En ese cometido detuvieron a un colectivo de la línea 3, y lo abordaron en la esquina de 25 de Mayo y Lisandro de la Torre para el control de pasajeros. En esta circunstancia una terrorista al verse descubierta disparó y arrojó una granada sorpresivamente contra la patrulla que inmediatamente contesto el fuego.
La acción fue rápida y sangrienta, perdieron la vida el sargento 1ro. Cabezas, el conductor del colectivo Arnaldo Martinazzo y Roberto Herrera, un señor jubilado como ordenanza de la Casa de Gobierno de Santa Fe. También fue abatida la subversiva terrorista de apellido Ponti; el resto logró escapar.
Se conoció posteriormente que los subversivos pertenecían a la organización denominada Montoneros.
La muerte en acción del sargento 1ro. Oscar Alberto Cabezas tuvo gran repercusión, en especial en Jujuy, su provincia natal, que lo recordó en un comunicado de la Guarnición Militar exaltando sus virtudes al servicio de la libertad en peligro.
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Asesinado por terroristas urbanos
Suboficial Principal
Carlos Honorato Gil
Nació en la localidad de Balde, San Luis, el 22 de diciembre de 1928. Ingresó al Ejército en el Comando de la 2da. División en San Luis como voluntario el 17 de abril de 1950. Ascendió a cabo el 31 de diciembre de 1950 en el escalafón de dibujantes.
Su impecable foja de servicios le permitió ascender en su escalafón donde había alcanzado la máxima jerarquía el 31 de diciembre de 1972.
Se desempeñó en diversas unidades y comandos del Ejército, pasando por el Cuerpo de Ejército II en Rosario y el Cuerpo III en Córdoba. Asimismo, revistó en la Agrupación Patagónica, en la Escuela de Artillería y en el Estado Mayor General del Ejército.
La muerte lo encontró prestando servicios en el Comando de Artillería del Ejército. Estaba casado con la señora Alba Argentina Braver y era padre de una hija.
El nueve de diciembre de 1976, como en otras oportunidades, había ascendido al colectivo para dirigirse a su domicilio. Al llegar a la esquina de Rocha y Patricios, en el barrio de Barracas, el transporte fue sorpresivamente tomado por 3 subversivos que viajaban en él, los cuales desenfundaron sus armas y amenazaron a todo el pasaje, que no era numeroso. Gil pretendió detenerlos pero fue inmovilizado. Luego obligaron a descender a todos los que viajaban menos al suboficial a quien retuvieron adentro del colectivo.
El asesinato no se hizo esperar. Fue muerto a quemarropa con numerosos disparos en distintas partes del cuerpo.
Los subversivos terroristas descendieron del colectivo y huyeron en un automóvil con dos apoyos que los esperaban en el lugar previamente convenido.
El órgano de propaganda interno de los subversivos Evita Montonera, Nº 15 de febrero de 1977, Pág. 27, dio cuenta del asesinato expresando que un pelotón de Montoneros ejecutó al suboficial Carlos Gil en la Capital Federal.
También el llamado Parte de Guerra Montonero adjudica el crimen a la acción decidida del principal cuando trató de impedir la difusión de panfletos marxistas subversivos, que los agentes internacionales pretendían hacer como agitación gremial en un conflicto de la fábrica Alpargatas.
Dicho parte de guerra de la organización subversiva terrorista, es el que se transcribe a continuación:
Milicias Montoneras PARTE DE GUERRA
Al pueblo
A los compañeros de Alpargatas:
El día 9 de diciembre en circunstancias que un pelotón de las Milicias Montoneras realizaba desde un colectivo una volanteada en apoyo a la lucha que los trabajadores de ALPARGATAS llevan adelante, se procedió a la ejecución del suboficial principal Carlos Gil, cuando éste intentó impedir la tarea y detener a los compañeros. La actitud de Gil (reprimir la acción popular y ante la justa reivindicación) no es ajena a la de la Dictadura Militar que valiéndose de la represión, el terror, y la tortura salvaje, quiere acabar con el PUEBLO.
Los compañeros de ALPARGATAS, en conflicto con la patronal desde hace dos semanas, son ejemplo de resistencia y es así como debemos darle batalla a los milicos, como ya lo hicieron los compañeros de Segba, Ítalo, Fiat, Mercedes Benz, etc., debemos combatirlos en todas las formas posibles, saboteándoles la producción, resistiendo, organizándonos.
La Milicias Montoneras deberán ser cada vez más y al igual que a Gil, a estos sirvientes del imperialismo les daremos un escarmiento.
El pueblo organizado y movilizándose en torno a cada reivindicación, a cada conflicto, es el que garantizará que esta lucha por la liberación definitiva de nuestra Patria llegue hasta las últimas consecuencias.
Montonero es todo aquel que ama a su Patria y a su Pueblo, que ama la paz, y la justicia social. Montonero es todo hombre del Pueblo que lucha desde su puesto, con las armas que tenga a su alcance, por la Justicia Social, la Independencia Económica y la Soberanía Política.
La Prensa
Del 9 de diciembre de 1976, en su editorial expresó:
La guerrilla en la Argentina terminaría siendo una manifestación subordinada de la gran conjura internacional del comunismo contra la forma de vida occidental
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Atentado
a la Subsecretaría de Planeamientodel Ministerio de Defensa
El día 15 de diciembre de 1976 los entonces coronel Andrés Fernández Cendoya, coronel Alberto Mutto y mayor Leonidas Ziehl, participaban de una reunión de trabajo junto a casi medio centenar de funcionarios y miembros de las Fuerzas Armadas. La cita era en la Subsecretaría de Planeamiento del Ministerio de Defensa ubicada en la calle Bartolomé Mitre a la altura del 1400 de la Capital Federal. Eran aproximadamente las 19:15 horas cuando en el microcine, en el que se encontraban diplomáticos, oficiales y profesionales civiles, se produjo una tremenda explosión producto de una poderosa carga con capacidad para arrasar con todo el local donde fue colocada.
La bomba había sido ubicada por un agente de la Subsecretaría, con diez años de antigüedad en el Ministerio, que se había enrolado en las organizaciones subversivas. Se trataba del asesor sociólogo José Luis Dios.
El lugar quedó totalmente destrozado, pasando la onda explosiva a locales vecinos y al piso inferior del edificio. Los muertos y los heridos fueron numerosos. En la calle, quedaron también algunas personas que pasaban por el lugar, con serias heridas que requirieron internación.
El coronel Mutto y el mayor Ziehl perdieron la vida en ese momento. El coronel Fernández Cendoya, con heridas de extrema gravedad, falleció el 27 de diciembre de 1976.
El atentado causó en total 14 muertos y más de 30 heridos de diversa gravedad
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Coronel
Andrés Jorge Fernández Cendoya
Nació en Bartolomé Mitre, provincia de Buenos Aires el 28 de diciembre de 1921. Ingresó al Colegio Militar de la Nación en febrero de 1938, y egresó como subteniente del arma de artillería en diciembre de 1941.
Diplomado como Oficial de Estado Mayor en la Escuela Superior de Guerra, revistó en la 7ma. División de Ejército, en el Destacamento de Montaña 4, en el Ministerio de Ejército y en la Inspección de Artillería y de Artillería Antiaérea.
Como oficial superior fue designado agregado militar en la República de Francia, 2do. comandante de la Brigada de Infantería 9 y Subjefe III Operaciones del Estado Mayor General del Ejército. Fue condecorado con la Orden Nacional al Mérito en el Grado de Oficial, por el Gobierno de la República de Francia.
Ya en retiro, se incorporó a la Subsecretaría de Planeamiento del Ministerio de Defensa donde siguió volcando sus conocimientos y experiencias, hasta que lo sorprendió el atentado que le costó la vida.
Estaba casado con la señora Dolly Beatriz Reba y tenía dos hijos.
Fue ascendido post mortem al grado de general de brigada y su familia recibió la Medalla al Honor Militar otorgada por el Ejército Argentino en una ceremonia realizada en el Regimiento 1 de Infantería Patricios.
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Coronel
Eduardo Alberto Mutto
Nació el 24 de octubre de 1914 en San Miguel, provincia de Buenos Aires. Ingresó al Colegio Militar de la Nación y egresó como subteniente del arma de artillería en diciembre de 1935.
En la Escuela Superior de Guerra recibió el título de Oficial de Estado Mayor.
Pasó a situación de retiro en abril de 1958 pero fue reincorporado en junio de 1960 y nombrado Secretario de los Tribunales de Honor en el período 1960-1964, donde alcanzó el grado de coronel. Posteriormente pasó a desempeñarse en la Subsecretaría de Planeamiento del Ministerio de Defensa, donde encontró la muerte.
Estaba casado con la señora Susana N. Quiroga y tenía 2 hijos.
Fue condecorado por el Ejército Argentino, otorgándole la Medalla al Honor Militar en una ceremonia especial en los cuarteles de Palermo.
Fue ascendido post mortem al grado general de brigada.
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Mayor
Leonidas Cristian Ziehl
Nació en Buenos Aires el 5 de diciembre de 1927. En marzo de 1945 ingresó al Colegio Militar de la Nación de donde egresó en diciembre de 1948 como subteniente del arma de comunicaciones.
Su último destino en actividad fue el Comando de Institutos Militares y pasó a situación de retiro en 1969. Posteriormente se incorporó al Ministerio de Defensa donde resultó ser una de las víctimas fatales del sangriento atentado terrorista.
Estaba casado con la señora Elsa J. Caprioli y tenía una hija.
Recibió la Medalla Arcángel San Gabriel, del Arma de Comunicaciones y el Ejército Argentino lo condecoró con la Medalla al Honor Militar.
Fue ascendido post mortem al grado de teniente coronel.
El hecho se lo adjudicó el pelotón de combate "Norma Arrostito" (conocida delincuente marxista que había sido recientemente abatida), de la organización subversiva Montoneros. El procedimiento empleado para dar a conocer su autoría fue el panfletario, enviado a algunos domicilios de oficiales.
La publicación clandestina Evita Montonera Nº 15, de febrero de 1977, Pág. 27, daba cuenta del atentado tomándolo como gran hazaña. Entre otras cosas decía:
En el momento de la explosión llenaban el microcine altos oficiales de las tres armas y de la Gendarmería, así como personal civil de los servicios de informaciones. Todos los que estaban en el microcine fueron muertos o heridos por la explosión. La explotación y la entrega, es la que genera la decisión de luchar.
El 17 de diciembre de 1976 la señalada organización subversiva terrorista envió al domicilio particular de un coronel en situación de retiro el siguiente comunicado:
Buenos Aires, 17 de diciembre de 1976.
Pelotón de combate
"Norma Arrostito"
El día 15 de diciembre de 1976, a las 19:20 horas, nuestro ejército Montonero procedió a dinamitar el Ministerio de Defensa. Ministerio que sirve de infraestructura del ejército de ocupación. Una vez más el pueblo montonero resiste a la dictadura militar.
Resistencia obrera venceremos resistencia montonera.
Asimismo, en otra publicación de la organización subversiva terrorista Montoneros denominada Resistencia Obrera Resistencia Montonera, señalaba:
Otro golpe al corazón del enemigo
El 15 de diciembre un pelotón del ejército montonero colocó un explosivo en el microcine del servicio de informaciones del Ministerio de Defensa, Bartolomé Mitre y Paraná, Capital Federal. En el momento de la explosión llenaban el microcine altos oficiales de las tres armas y de la Gendarmería Nacional, así como personal civil de los servicios de informaciones. Esta gente era el principal cuerpo asesor en materia de informaciones de las fuerzas armadas cipayas. Todos los que estaban en el microcine fueron muertos o heridos por la explosión. La información oficial reconoce 14 muertos y alrededor de 30 heridos. Una vez más los ojos, oídos y brazos del pueblo llegan a los lugares donde los cipayos deberían sentirse seguros. Pero no es así; la decisión popular de luchar y vencer hace vulnerables todos los refugios de esta fuerza militar y económica de ocupación de nuestra patria.
Estas acciones no son el resultado de una decisión individual, como pretende hacer creer el ejército cipayo. Es que la explotación y la entrega generan día a día la decisión de luchar en los hombres del pueblo, civiles y militares, cualquiera sea el lugar donde trabajen y esa decisión colectiva es la base de la información que posibilita el éxito en este tipo de combates.
Los comentarios editoriales de importantes diarios reflejaban:
La ironía que significaba el hecho de que sean justamente los regímenes comunistas, que ante los ojos del mundo eran precisamente los sojuzgadores de millones de ciudadanos, quienes mencionaran constantemente los términos de explotación y entrega.
Y decían también que:
los argentinos no se dejarían engañar. En este punto fracasarían rotundamente los comunistas. Y quien le negaba el éxito era la sociedad entera con su abnegado sacrificio a través de estos civiles y militares que fueron cobardemente asesinados en el atentado que mencionamos y muchos otros ciudadanos más, que al igual que éstos eran amantes de la libertad y la democracia.
La Nación
16 de diciembre de 1976
Un poderoso artefacto explosivo. Se estimó, en principio, una carga de 5 a 6 kg. de trotyl, en el artefacto que estalló ayer a las 19:30 horas en el tercer piso del inmueble sito en Bartolomé Mitre 1471. El atentado habría producido la muerte de más de diez personas y otras treinta resultaron heridas, algunas de ellas de suma gravedad.
El estallido se produjo en un microcine de la Subsecretaría de Planeamiento del Ministerio de Defensa. Dicho microcine, en cuyo interior se produjo el atentado terrorista, quedó totalmente destruido y la onda expansiva provocó daños en el resto del edificio e inmuebles linderos Moradores de fincas vecinas de la que fue objeto del atentado, coincidieron en señalar que tras el estallido, observaron volar hacia Cangallo gran cantidad de papeles que habían sido arrojados por la violenta explosión.
18 de diciembre de 1976
Ha sido identificado el terrorista que colocó el explosivo en la Subsecretaría de Planeamiento del Ministerio de Defensa. Se trata de José Luis Dios, un sociólogo que trabajaba en dicha Subsecretaría.
El causante de 29 años de edad, poseía la matrícula individual 7.606.663; casado, separado de su esposa y 2 hijos. El causante se encuentra prófugo y es buscado intensamente por la Policía Federal Argentina y policías provinciales.
El homicida se desempeñaba en el organismo desde 1969 y cometió el atentado, mediante el empleo de un artefacto explosivo de ¾ kg. de trotyl que además contenía perdigones y otros metales destinados a producir heridas de importancia a quienes pudiesen escapar de la onda explosiva.
En el recinto donde se colocó dicho artefacto se encontraban compañeros de trabajo del homicida Dios. La mayoría de ellos lo eran desde la fecha indicada (1969).
La Prensa
21 de agosto de 1976
Apenas meses antes el arzobispo de Santa Fe, monseñor Vicente Zazpe, había expresado al pueblo de su provincia una seria advertencia diciendo:
El marxismo es una ideología inhumana, anticristiana, esencialmente atea y radicalmente opresora. No tiene redención, no aporta salvación y no logra la liberación.
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Atentado
Coronel
Francisco Bonifacio Castellanos
Nació en Bahía Blanca el 22 de noviembre de 1925 e ingresó al Colegio Militar de la Nación el 1º de marzo de 1947.
Desde su egreso como oficial del arma de ingenieros en diciembre de 1949, prestó servicios en la Inspección Regional Cuyo, en la Escuela de Ingenieros, en la Dirección General de Ingenieros y en el Centro de Instrucción de Ingenieros de Construcciones.
Ingresó posteriormente como alumno en la Escuela Superior Técnica del Ejército y obtuvo el título de Oficial Ingeniero Militar. Realizó el curso Avanzado de Ingenieros en los Estados Unidos. Revistó en el Comando de Ingenieros y fue llamado para el Curso de Estrategia del Ejército en 1975, con el grado de coronel.
Como ingeniero militar en materiales de guerra fue nombrado -su último destino- jefe del Batallón de Arsenales 601 Esteban de Luca con asiento en Boulogne, cargo que se encontraba desempeñando cuando cayó asesinado por una emboscada ejecutada por terroristas subversivos, cuando se dirigía a su unidad.
Estaba casado con la señora Norma Gandini y era padre de 2 hijos. Fue ascendido post mortem a general de brigada.
El 29 de diciembre de 1976 el coronel Castellanos dejó su domicilio familiar para dirigirse al cuartel que comandaba. Cuando todavía no eran las siete de la mañana, su vehículo se había desplazado pocos metros desde su partida en Agüero y Haedo, de Florida (Vicente López), cuando desde otro automóvil que se desplazaba confundido con el tránsito y que se le puso a la par, le abrieron fuego quitándole la vida. Después recibió un ametrallamiento final desde los costados de su coche. Los disparos a mansalva dejaron también gravemente herido al acompañante del coronel, el soldado Alberto Gutiérrez.
Más tarde el órgano de difusión de la organización subversiva terrorista Montoneros, en febrero de 1977 decía:
El 29 de diciembre un pelotón del ejército montonero ejecutó al coronel Francisco Castellanos, (Evita Montonera, Nº 15, Pág. 28).
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Enfrentamiento de una patrulla control de tránsito urbano con vehiculo de terroristas, donde muere la Montonera Ana María Gonzalez:
Soldado Conscripto
Guillermo Félix Dimitri
Pertenecía a la clase 1965 y estaba seleccionado entre los aptos absoluto para el servicio militar. Fue incorporado en marzo de 1976, a la Compañía de Comunicaciones 10 con asiento en Arana, provincia de Buenos Aires, próximo a la ciudad de La Plata.
Nació en Buenos Aires y era soltero. Murió el 4 de enero de 1977 víctima de una agresión subversiva.
Alcanzó la jerarquía de suboficial del Ejército Argentino, al ser ascendido post mortem al grado de cabo, como reconocimiento a sus servicios.
Dentro del ámbito de la Brigada X de Infantería, el día martes 4 de enero de 1977 la Compañía de Comunicaciones 10 realizaba un control de tránsito próximo a la fábrica Chrysler en San Justo, provincia de Buenos Aires. A las 10:30 horas de ese día el soldado Guillermo Félix Dimitri, que se encontraba entre los más alejados del grupo porque debía iniciar el encauzamiento de vehículos, recibió heridas mortales de numerosos disparos que le fueron efectuados desde un coche Fiat 128, que se desplazaba a alta velocidad.
De inmediato se repelió el ataque de los ocupantes del vehículo (dos hombres y una mujer), pero los autores de esta cobarde agresión, que le produjo la muerte casi instantánea a Guillermo, lograron huir de las fuerzas legales.
El vehículo utilizado por los delincuentes terroristas fue hallado poco más tarde en las calles Brandsen y Oro de la misma localidad. En su interior se encontró numerosa propaganda comunista subversiva de la organización denominada Montoneros y de la llamada CGT en la resistencia.
Los subversivos al abandonar el vehículo despojaron a una mujer de su automóvil para continuar la fuga. Los testimonios y los rastros encontrados en el coche hacían presumir que por lo menos dos de ellos resultaron seriamente heridos.
El comunicado que difundió el Comando de Zona 1, con el relato de lo ocurrido, confirmó la pertenencia de los subversivos a la organización Montoneros.
Expresando: El Comando lamenta la muerte del soldado Guillermo Félix Dimitri de la Compañía de Comunicaciones 10, que se une a la larga lista de soldados que ofrendaron su vida en resguardo de las instituciones de la Libertad y para lograr la tranquilidad que la población tanto anhela. Una familia llora a un hijo muerto por asesinos, se añadía.
(nota del sitio: en el vehículo viajaba la terrorista Ana María Gonzalez - asesina del Gral. Cardozo - , quien es herida por la ráfaga de fusil FAL que heroicamente alcanza a disparar el soldado Dimitri mientras caia herido de muerte. Fallece a las pocas horas en un aguantadero de Montoneros y sus cabecillas ordenan incinerar el cuerpo, manteniendo oculta su muerte a la familia, público y demás terroristas. Dada la fama mediática que había alcanzado mediante conferencias de prensa ante la revista Cambio 16 de España y otros, con motivo del asesinato del Jefe de Policía, su caida era interpretada como un serio golpe a la moral de los guerrilleros)
La Prensa
6 de enero de 1977
Con afortunada coincidencia, el editorial del diario La Prensa dos días después hacía clara alusión al tema de la subversión y los derechos humanos, comentando la amplia repercusión que tuvieron las declaraciones que hiciera un representante del Congreso Norteamericano por esos días en Montevideo. Entre otras cosas este legislador decía:
Amnistía Internacional está infiltrada de comunismo y éste siempre trata de utilizar la libertad existente en los países democráticos para favorecer sus propios objetivos políticos de dominación mundial; particularmente interesante agregaba La Prensa fue su observación de que la lucha contra los Tupamaros en el Uruguay y otras organizaciones subversivas en la Argentina, no constituye sino un aspecto de la que libra Occidente contra el comunismo. Es propósito de esa tendencia insistía el legislador la destrucción de la forma de vida occidental y de la civilización cristiana, y que aquélla recibe directivas de Rusia, Cuba y otros países comunistas
La familia del soldado Guillermo Félix Dimitri ascendido post mortem al grado de cabo, recibió de manos del Presidente de la Nación la medalla Muerto en Combate, que le fuera entregada en una ceremonia especial del Ejército Argentino realizada el 8 de diciembre de 1977 en los cuarteles del Regimiento 1 de Infantería Patricios.
En la Compañía de Comunicaciones 10, que hoy tiene asiento en la ciudad de Santa Rosa, provincia de La Pampa, se conserva aún como reliquia y motivo de permanente recuerdo, el uniforme que vistiera Dimitri en el supremo momento de su sacrificio por la Patria.
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Enfrentamiento con terroristas urbanos
Cabo Primero
Osvaldo Ramón Ríos
Nació en la localidad de Luján de Cuyo en la provincia de Mendoza, el 23 de febrero de 1952.
Ingresó al Ejército para cursar en la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral el 6 de marzo de 1972, de donde egresó como cabo del arma de infantería.
Realizó el curso básico para suboficiales en la Escuela de Infantería, tras lo cual pasó a revistar en el Regimiento 3 de Infantería con asiento en La Tablada, donde ascendió a cabo 1ro. En éste su primero y único destino encontró la muerte el 17 de febrero de 1977.
Estaba casado con la señora Graciela Mónica Lares, con quien tenía un hijo.
Fue ascendido post mortem al grado de sargento.
Debido a informaciones obtenidas por vecinos de Ezpeleta (partido de Quilmes) se supo que mientras fuerzas legales realizaban un allanamiento en un domicilio denunciado de dicha localidad, fueron recibidas con disparos de armas de fuego y granadas de mano, desde su interior.
Como resultado de esta agresión quedó gravemente herido el cabo 1ro. Ríos y dos subversivos muertos.
Trasladado de urgencia al hospital Fiorito, Ríos falleció esa noche por las múltiples heridas recibidas en el enfrentamiento de la tarde.
El Comando de la Zona 1 informó del encuentro armado en un comunicado donde se identificaba a los subversivos que participaron como pertenecientes a la organización denominada Montoneros. Los escritos de difusión de los subversivos nada dijeron, como era su costumbre cuando se trataba de las bajas propias que le iba produciendo la acción de fuerzas legales.
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Enfrentamiento de una patrulla control de tránsito urbano
con vehiculo de terroristas
Cabo Primero
Juan Clemente Costilla Ortiz
Nació en Lules, provincia de Tucumán, el 19 de agosto de 1951. Ingresó al Ejército cuando se incorporó como soldado conscripto de la clase 1951, al Regimiento 19 de Infantería, que por entonces tenía asiento en la ciudad de San Miguel de Tucumán.
Por sus destacadas aptitudes militares, en febrero de 1972 es incorporado directamente a IIdo. año de la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral, de la cual egresa como cabo de infantería en diciembre de ese mismo año.
En febrero de 1973 fue destinado al Regimiento 5 de Infantería, unidad con asiento en Paso de los Libres.
Murió en un encuentro con subversivos terroristas el 6 de abril de 1977. Fue ascendido post mortem al grado de sargento.
El día 5 de abril de 1977 el cabo 1ro. Costilla Ortiz se encontraba integrando una patrulla que realizaba control de rutas en proximidades de la localidad de Granadero Baigorria en la provincia de Santa Fe.
Cerca de las 13:00 horas, al detener un automóvil para efectuar los reconocimientos acostumbrados y se acercaba a éste, la patrulla recibió intenso fuego de sus ocupantes.
Los efectivos militares respondieron el fuego al tiempo que el vehículo con los terroristas emprendió la fuga.
Como resultado de este enfrentamiento varios civiles y el cabo 1ro. Costilla Ortiz quedaron heridos de extrema gravedad. Éste perdió la vida horas después, en el hospital adonde fue trasladado para su atención.
Luego se tuvo conocimiento que el terrorista subversivo Daniel Oliveira (alias Poli, de Montoneros) había resultado también abatido y que había sido el que disparó contra el cabo 1ro. Costilla Ortiz.
En la actual Guarnición Villaguay del Ejército, hoy se lo recuerda y se le rinde homenaje. El club de suboficiales del barrio militar Coronel Brandsen, lleva su nombre.
Se hizo merecedor a la Medalla del Ejército Argentino, entregada a los que con valor ofrendaron su vida por la Patria en cumplimiento de su elevada misión de soldado en operaciones.
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Atentado
Coronel
Ángel Arturo Sureda
Nació en Río Gallegos, provincia de Santa Cruz, el 4 de setiembre de 1923. Ingresó al Colegio Militar de la Nación el 1º de febrero de 1943, y egresó como subteniente del arma de artillería el 14 de diciembre de 1945.
Ingresó a la Escuela Superior Técnica de donde egresó con el título de oficial Ingeniero Militar, pasando a desempeñarse como subjefe del Taller de Mantenimiento Córdoba.
Ascendió al grado de mayor en diciembre de 1957, fue comisionado a los Estados Unidos de América como auxiliar del agregado militar en ese país. A su regreso en 1959 fue destinado a la Escuela de Artillería como jefe de la sección técnica y de gabinete. Al año siguiente pasó al Cuartel Maestre General del Ejército, y se desempeñó simultáneamente como delegado de la Junta Interministerial de Asistencia Técnica de las Naciones Unidas.
En 1962, ya como teniente coronel, es destinado al Comando en Jefe del Ejército-Subjefatura IV Logística, como ingeniero militar.
Ascendió a coronel el 31 de diciembre de 1969 y prestó servicios sucesivamente en el Instituto Superior de Enseñanza del Ejército, en el Estado Mayor General del Ejército y en el Comando de Arsenales.
En 1972 es destinado al Comando en Jefe del Ejército y el 1º de febrero de 1973 pasó a situación de retiro. Estaba casado con la señora Beatriz Cordella Thomas y era padre de 2 hijos.
Fue ascendido post mortem al grado de general de brigada.
El coronel Sureda fue asesinado en inmediaciones de su domicilio en Temperley el 31 de mayo de 1977. Salió a pie de su casa para dirigirse a la estación del ferrocarril cuando imprevistamente descendieron disparando sus armas dos terroristas subversivos de un automóvil Peugeot 404 blanco, estacionado próximo a una esquina.
Murió instantáneamente por los disparos recibidos, tras lo cual los asesinos huyeron rápidamente apoyados por un segundo vehículo. Todo había ocurrido con increíble velocidad.
La organización denominada Montoneros se adjudicó el asesinato mencionando el hecho en la publicación clandestina Evita Montonera (Nº 18, de setiembre octubre de 1977, Pág. 19). No sería extraño observar en uno de los párrafos el término ajusticiado por un pelotón del ejército montonero y en el otro unas líneas más abajo Fue ejecutado por Montoneros.
El 23 de diciembre de 1977, el diario La Prensa, publicó que los autores del asesinato de Sureda habían sido abatidos en diversas acciones antiterroristas.
Los diarios de esos días difundieron las palabras de despedida al general Sureda:
Las balas con que alevosamente os agredieron, en ningún modo podrán exterminar lo que vuestra existencia construyera. Eso queda para honra de vuestros familiares y amigos y queda para nosotros, que aun cuando amargamente lo recogemos como preciado valor, nos servirá para realimentar nuestra convicción nacional.
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Atentado
Mayor
Romero Antonio Servidio
Nació en San Isidro el 12 de junio de 1927. Ingresó al Colegio Militar de la Nación el 15 de marzo de 1946 y egresó como subteniente del arma de artillería en diciembre de 1949.
De 1961 a 1963 cursó la Escuela de Informaciones del Ejército y a su egreso fue destinado al Estado Mayor General del Ejército-Jefatura II Inteligencia. Ya como mayor permaneció en ese destino hasta el año 1968 en que pasó a situación de retiro.
Posteriormente desempeñó funciones en el Ministerio del Interior hasta el 24 de junio de 1977, en que fue asesinado por un comando subversivo.
Estaba casado con la señora Irma Luisa Buleo con quien tenía tres hijos.
Fue ascendido post mortem al grado de teniente coronel y su familia recibió en su nombre la Medalla al Honor Militar, otorgada por el Ejército Argentino en una ceremonia especial realizada en los cuarteles del Regimiento 1 de Infantería Patricios.
El 24 de junio de 1977, poco antes de las siete de la tarde, el mayor Servidio salió a pie de su domicilio en Castelar, para dirigirse hasta la parada de colectivos en la que su hija descendía cuando regresaba del colegio. Aproximadamente a las 19:15 horas retornaba con su hija, y fue asesinado por disparos de ametralladora que también hirieron a la niña. El mayor Servidio perdió la vida inmediatamente y su hija Marisa Gladys, aún herida, logró escapar y se introdujo en una casa de la vecindad.
El grupo terrorista había aparecido sorpresivamente desde una casa desocupada. Sus integrantes huyeron después del crimen, valiéndose de los apoyos que los aguardaban.
Cuando sonó el teléfono en la casa del mayor, su esposa escuchó la voz de su hija avisándole de la muerte de su padre muy cerca de la casa.
La llamada columna Oeste de la organización denominada Montoneros se adjudicó el asesinato empleando la palabra ajusticiado.
El parte de este crimen se incluyó en la revista Evita Montonera (Nº 18, de setiembre octubre de 1977, Pág.19).
Los diarios La Razón, La Nación y Clarín, entre otros, destacaron en su edición del 8 de diciembre de 1977 las expresiones vertidas en la ceremonia realizada para honrar a los caídos en la guerra contra la subversión, en cuyo transcurso la esposa del mayor Servidio recibió la Medalla al Honor Militar.
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Atentado
Teniente Primero
Alberto Ángel Annaratone
Nació en Buenos Aires el 28 de marzo de 1951. Cursó sus estudios secundarios en la localidad de Munro, partido de Vicente López, para luego ingresar a la Universidad de Buenos Aires donde obtuvo el título de odontólogo.
Hizo su servicio militar en la Guarnición Militar de Junín de los Andes, al sur de la provincia de Neuquén, ejerciendo ya funciones como profesional odontólogo en 1975.
Durante 1976, atraído por la carrera militar, se incorporó y realizó los cursos correspondientes en la Escuela de los Servicios para Apoyo de Combate General Lemos, y egresó en diciembre con el grado de teniente 1ro.
En el año 1977 revistaba en comisión en el Hospital Militar Central. Fue asesinado por subversivos el 21 de agosto. El teniente 1ro era hijo único y soltero.
Pasada la medianoche del 19 de junio de 1977, cinco subversivos irrumpieron en el domicilio de Leandro N. Alem 2450 de Munro, donde vivía el teniente 1ro. Annaratone con sus padres. Como el oficial aún no había regresado de la casa de su novia, los terroristas cortaron la línea telefónica y se ubicaron en la puerta de entrada y en los techos de la vivienda, mientras el matrimonio era retenido en otra dependencia. No pasaría mucho tiempo hasta que Annaratone regresara y sus padres lo vieran por última vez.
No se tuvieron noticias hasta que el teniente 1ro. fue encontrado asesinado el 21 de agosto de 1977 a las 09:00 horas en un camino secundario de Los Cardales, próximo a Capilla del Señor. Luego se supo que fue muerto en ese lugar, apoyado contra la puerta de su pequeño automóvil; presentaba 16 impactos.
El Comando de la Zona 4 del Ejército difundió más tarde la noticia del asesinato, expresando además que el hecho se lo adjudicaba la banda de delincuentes subversivos autodenominados Montoneros (La Prensa, 22 de agosto de 1977).
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Combate contra terroristas urbanos
Soldado Dragoneante
Luis Alberto Barbusano
Perteneciente a la clase 1957 fue incorporado en el Batallón de Comunicaciones 601 con asiento en la ciudad de City Bell, provincia de Buenos Aires, y destinado a la Compañía B donde fue ubicado en el Pelotón Comando (Detall).
Por sus destacadas condiciones militares ascendió a soldado dragoneante cuando promediaba su servicio militar.
Murió en acto del servicio el 6 de setiembre de 1977. No estaba casado.
Fue ascendido post mortem al grado de cabo.
El martes 6 de setiembre de 1977 la Compañía B había recibido la misión de cerco y registro sobre algunas viviendas sospechosas de ser frecuentadas por integrantes de la organización Montoneros.
Ese día Barbusano fue asignado a la 1ra. Sección que tenía por misión completar el cerco frente a un complejo de viviendas de la calle 148 entre la 27 y la 28 de Villa España.
Como resultó real la existencia de subversivos en el lugar, éstos intentaron romper el cerco mediante intenso fuego con armas largas y granadas desde una de las casas, mientras se observaba que otros terroristas pretendían fugar a pie. En este momento el dragoneante abandonó su cubierta y se desplazó abriendo fuego para bloquear la fuga, lo que logró, aunque lamentablemente recibió dos disparos que acabaron con su vida.
En esta operación se logró secuestrar gran cantidad de pistolas, revólveres, granadas de guerra, pólvora y municiones de diversos calibres, así como panfletos y documentos del Registro Nacional de las Personas del partido de Berazategui.
La valentía y decisión de este soldado fue largamente comentada en las formaciones de los cuarteles, y mereció la Medalla Muerto en Combate que le otorgara el Ejército Argentino en una formación especial que se realizó el 8 de diciembre de 1977 en el asiento de su Batallón.
Desde el 4 de setiembre del año 1980, una de las calles internas del Batallón de Comunicaciones 601 lleva como nombre Dragoneante Barbusano.
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Atentado
Coronel
Numa Triaca
Nació en Pigüé, provincia de Buenos Aires el 19 de julio de 1924. Ingresó al Colegio Militar de la Nación el 12 de marzo de 1945 y egresó el 18 de diciembre de 1947 como subteniente del arma de infantería. Fue destinado al Regimiento 25 de Infantería Motorizado en Sarmiento, Chubut.
Alcanzó el grado de coronel el 31 de diciembre de 1975, y permaneció con destino en Campo de Mayo hasta el 6 de enero de 1977, en que pasó a situación de retiro.
A lo largo de sus años de servicios en el Ejército, realizó numerosos cursos de perfeccionamiento en comunicaciones, computación automática de datos, de tropas mecanizadas, para oficiales de mantenimiento y de montaña.
Estaba casado con la señora Olga Elvira Christoph con quien tuvo cuatro hijos.
Falleció el 25 de diciembre de 1977, luego de que fuera víctima de un atentado el día 19 del mismo mes.
Este día, el coronel Triaca regresaba a su domicilio, en Alberdi 2442 de Olivos, provincia de Buenos Aires, acompañado de uno de sus hijos. Abierto el garaje y cuando su hijo ya había entrado en la vivienda, se produjo el ataque que hiere mortalmente al coronel. Pese a lograr empuñar y accionar su arma, los tres disparos recibidos serían mortales y los tres atacantes amparados por la sorpresa y la oscuridad lograron huir. Traslado al hospital de Vicente López y más tarde al Hospital Militar Central murió en la fecha indicada.
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